El escritor y político jordado Fuad Bataineh en su artículo “¿Se traslada el conflicto estadounidense-iraní a Iraq?” (03/01/2020) publicado por el periódico electrónico Rai al Yaum cree que «la capacidad militar iraní y sus extensiones (regionales) no permiten ni a EE.UU. ni a Israel declararle una guerra a Irán con una dimensión mundial y unas reglas internas» y que «el objetivo inicial estadounidense, con la presión puesta en Israel, ha sido limpiar Siria de la presencia iraní, algo que no ha conseguido ni a nivel político ni a nivel militar, y ha sido ese fracaso lo que ha provocado que EE.UU. traslade la confrontación de Siria a Iraq». El mismo autor confirma que «la exagerada respuesta» de Washington al asesinato de un trabajador civil del Ejército estadounidense en una de sus bases en Iraq fue una «acción buscada para justificar su política de confrontación con Irán; (ese asesinato) no merecía una respuesta tan grande lo que significa que detrás de ella había una razón estratégica». Según Bataineh «La nueva estrategia ideada por EE.UU. es muy peligrosa y va dirigida a romper las conexiones geográficas del cinturón Irán-Siria-Hezbolá, a acabar con sus vínculos y frenar su expansión como bloque a partir de Iraq».
El diario Al Quds al Arabi en su editorial “¿Cómo responderá Irán al asesinato de Soleimani?” (03/01/2020) recuerda que ese asesinato «es el cénit del barómetro de las complejas relaciones entre EE.UU. e Irán que podría poner fin a dichas relaciones que comenzaron con la invasión de Iraq por las tropas estadounidenses en 2003 y a cuya existencia contribuyó la lucha de las dos partes contra enemigos comunes, desde el régimen de Saddam Husein hasta la lucha contra A Qaeda y su sucesor el Daesh, pasando por la resistencia iraquí contra la ocupación».
Wael Essam considera en un artículo suyo publicado por Arabi 21 y titulado “¿El asesinato de Soleimani debilitará el poder iraní en Iraq?” (04/01/2020) que el asesinato de Soleimani, pese a haber alegrado a muchos en Damasco y Bagdad, podría en la práctica consolidar y aumentar la hegemonía iraní en Iraq a través de tres ejes: «el primer eje sería la inversión política de las fuerzas pro-iraníes en la movilización contra la presencia estadounidense en Iraq, dándose incluso una tentativa de aprobación de una ley para sacar a esas tropas del país; el segundo eje sería el aprovechamiento de la oportunidad que brinda esta escalada para pasar página a las protestas iraquíes y sus demandas y movilizar a la población civil contra el hirak (la movilización popular contra el gobierno iraquí) bajo la bandera del enfrentamiento con los americanos; el tercer eje es el de la unidad de los diferentes grupos chiíes bajo el lema “Ningún ruido más alto que el de la batalla”».
Emadeddín Husein afirma en su columna “Los tres criminales: EEUU, Irán y Saddam” (03/01/2020) del diario egipcio Al Shuruq que «Lo que parece seguro es que Iraq es quien va a pagar el precio y la situación podría derivar en un enfrentamiento global en toda la región. La pregunta que se impone es por qué no se unen los iraquíes, como han hecho las últimas semanas, para echar de una vez a estadounidenses e iraníes».
Por su parte, Gilbert Achcar, investigador de SOAS, publica en Al Quds al Arabi el artículo “Ni EEUU ni Irán” (07/01/2020) en el que sostiene que: «Teherán está intentando instrumentalizar la tragedia para reflotar tanto su régimen dentro del país como su influencia en el exterior justo cuando llevaba varios meses teniendo que hacer frente a la indignación popular. Las exequias de Soleimani han excedido incluso a las de Homeini en el año 1989, trasladando el féretro de ciudad en ciudad y buscando maximizar la movilización popular. La vena patriótica iraní que comparten el régimen de los mulás y parte importante de la oposición ha sido el catalizador de la presentación de la persona de Soleimani como símbolo de la expansión del imperio iraní. La pregunta ahora mismo es si Teherán va a ser capaz de gestionar el valiosísimo presente que le ha hecho Trump para acabar con la indignación popular interna y con la movilización popular iraquí, contra su tutela y el control de sus partidarios. A la luz de los acontecimientos parece que al menos el hirak iraquí va a continuar, pues ha crecido el deseo de la mayoría de iraquíes, independientemente de a que secta pertenezcan, de poner fin a la instrumentalización de su territorio como campo de batalla entre dos fuerzas que quieren controlarles. La situación del mundo árabe en los últimos años ha tocado fondo y es que vive bajo una férrea ocupación extranjera: sionista, estadounidense, rusa, iraní y turca. Cada una de estas ocupaciones cuenta con sus propios agentes árabes. Esperemos que con el principio de esta nueva década crezca el renacimiento popular en la región que comenzó en los albores de la década pasada en Túnez y que ha tenido su continuidad más reciente en los movimientos populares de Iraq y Líbano, y se logre así una verdadera libertad y soberanía que tanto anhelan nuestros pueblos y sin las cuales será imposible alcanzar nuestras aspiraciones democráticas y sociales».
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!