Elías Juri
Al Quds al Arabi, 29/10/2019
El secretario general de Hezbolá se equivocó en su último discurso cuando empleó la ya muy usada palabra ‘hirak’ para definir la torrencial corriente popular que ha ocupado las calles de las ciudades libanesas del extremo norte al extremo sur del país, desde Trípoli hasta Tiro pasando por Al Duq y Yal al Dib.
Podemos usar ‘hirak’ para referirnos a movilizaciones populares reducidas en pro de determinadas demandas, como lo que sucedió en 2015 en las manifestaciones de Beirut contra la conversión de Líbano en un basurero.
Desde la concentración de jóvenes en la plaza beirutí de Riad al Solh el movimiento popular adoptó la forma de una revuelta global que se generalizó por todo el país.
Una revuelta contra la oligarquía mafiosas que lo han arrollado todo, que han actuado como una banda de ladrones. El uso en la revuelta del lema ‘Todos juntos’ es una declaración de condena de todo el equipo político cuya única misión ha sido el expolio y la ruina del Estado, la corrupción de la sociedad, el juego con un discurso sectario racista llevado a su cénit por el ministro yerno del presidente Basil.
Y con la revuelta, los que gobiernan han comenzando a tambalearse: Berri es condenado en las calles, la corriente de Aoún se está desarticulando, la corriente Al Mustaqbal está perdiendo el control, las fuerzas políticas huyen del gobierno para que la gente olvide sus pecados.
Y el trío gobernante Basil-Hariri_Berri se encuentra aislado y ha perdido el equilibrio tras la baza ‘reformista’ de Hariri que pretende comprar los bienes del Estado que aún quedan, y tras el discurso-montaje de Aoún en el que señalaba que el presidente de la República ha perdido el contacto con la realidad.
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