Rai al Yaum: 10/06/2020
El fuego solo se combate con fuego, y la cultura racista y sus leyes solo pueden cambiarse con masivas protestas populares por la justicia, la igualdad y el final del silencio que ha dominado las sociedades occidentales, sobre todo la estadounidense, y de todas las prácticas contra la población negra de orígenes africanos consecuencia de todo ello.
(…)
No podemos olvidar el éxito de las manifestaciones de protesta contra el racismo en Europa que han derribado estatuas que simbolizan el racismo, como la del rey Leopoldo II de Bélgica, que asesinó a miles de congoleños durante la colonización del Congo, o la estatua de Edward Colston, traficante de esclavos, en la ciudad británica de Bristol.
En esta nueva oleada de la revolución contra el racismo provocada por la abominable muerte de George Floyd, los negros se han unido hombro con hombro con sus hermanos blancos para erradicar esta plaga de las sociedades occidentales. Desafortunadamente, este progresivo despertar contra el racismo no ha prestado atención al Estado más racista del mundo: la potencia ocupante israelí, que ha aprobado leyes que discriminan a los ciudadanos árabes, cristianos y musulmanes, y a los que ha asesinado de un modo aún más atroz que como son asesinados sus iguales negros en Estados Unidos.
Por último, nos parece necesario censurar a la mayoría de los gobiernos árabes, por no decir que a todos, quienes siguen adoptando políticas racistas, no solamente contra los ciudadanos de piel negra, sino también contra aquellos que pertenecen a otras sectas y religiones, o incluso a otras tribus. Es vergonzoso que algunos árabes se opongan al racismo en Estados Unidos, simpatizando con los negros y exigiendo igualdad para ellos, mientras que sus gobiernos practican las formas más atroces de racismo y discriminación sectaria y étnica contra ellos.
Viñeta de Naser al Yaafari para el diario Al Quds
Traducido del árabe por Luis Serrano Lora en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.
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