Viñeta de ‘La tienda volante’, de las sirias Sawsan Nourallah y Rania Issa, pieza de la exposición ‘Cálamos y viñetas’, sobre cómic árabe, en el Centre Cívil Fort Pienc.
El periódico, 17/09/2016
El acoso sexual en Egipto, los campamentos derefugiados sirios, mujeres que cambian el velo islámico por el traje de superheroína o denuncias de lacorrupción del poder y de la falta de la libertad; pero también cuentos tradicionales, historias de amor, de marcianos, fantásticas y humorísticas. La variedad temática y de estilos de la exposición ‘Cálamos y viñetas. Cómic árabe en movimiento’, que acoge hasta el el 6 de octubre (de lunes a viernes) el Centre Cívic Fort Pienc de Barcelona, «contrasta con la imagen oscura y violenta que Occidente tiene del mundo árabe», lastrado por el islamismo, resalta su comisario, el arabista Pedro Rojo.
Obras realizadas desde el 2007 de unos 30 artistas de países como Egipto, Líbano, Túnez, Siria, Marruecos, Libia, Argelia, Palestina y Jordania forman parte de lo que Rojo, presidente de laFundación Al Fanar, que organiza la muestra junto con Casa Árabe y el Institut Europeu de la Mediterrànea, califica como «la primera exposición panorámica del cómic árabe en España y la más plural en número de autores y extensión geográfica».
‘Una ciudad junto a la tierra’, de Jorj A. Mhaya.
«Son un laboratorio de gente joven, entre los 20 y 30 años, con total independencia para crear, con frescura y capacidad para llegar a la gente de su edad en una sociedad en ebullición donde el cómic adulto es algo nuevo. Muchos participaron en las primaveras árabes, en Túnez, la plaza Tahrir… (como Hannan Al Karargy, que dibujó ‘18 días’, sobre la revolución egipcia que derrocó a Mubarak)», apunta Rojo. «El cómic árabe -añade- es un arte minoritario pero ha tenido un crecimiento exponencial desde el 2007 porque es una herramienta rápida e intuitiva, que puede viajar por internet y saltarse la censura». Los libros son una rara avis por los problemas de edición y distribución aunque hay casos, como el del más veterano Magdy el Shafee, autor de ‘Metro’, considerada la primera novela gráfica del mundo árabe, la única traducida en Occidente, y que denuncia la corrupción del régimen de Mubarak, que la censuró. Hoy es el impulsor del Festival de Cómic de El Cairo.
LAS REVISTAS, PRECURSORAS
«Estos autores surgieron por la necesidad de expresarse mediante el cómic y el dibujo desde las revistas colectivas, un espacio de expresión periódica”, explica el comisario señalando el panel de la pionera Lena Merhej, que hace pocos meses visitaba Barcelona. Ella es la creadora y dinamizadora de la revista‘Samandal’, nacida en el 2008 en Beirut (ahora lanzan monográficos de hasta 175 páginas y el próximo tratará sobre sexo) y que fue el modelo que han seguido Egipto (‘Tok-tok’), Túnez (‘Lab619’) o Marruecos (‘Skefkef’).
‘La evolución de la hembra egipcia’, de Mohamed Ismail Amín y Tawfiq.
«La presencia de la mujer en el cómic árabe», aunque no llega a la paridad con el hombre, «es más significativo que en el cómic occidental y ha surgido de forma natural», opina Rojo. «No todo en el mundo árabe está restringido con velo, en muchos lugares la mujer está de igual a igual a nivel creativo y de participación en la gestión y dirección de proyectos y publicaciones». Además de la libanesa Merhej, es el caso de la egipcia Hannan al Karargy o la siria Sawsan Nourallah, autora de ‘La tienda volante’, del proyecto Books for Syria para los refugiados. También de la tunecina Noha Habaieb, miembro muy activo de ‘Lab619’ y que en la muestra presenta ‘Las costureras’, donde la mujer es también triste protagonista de una conmovedora historia sin palabras que denuncia la explotación en oscuras fábricas textiles.
Protagonista femenina es también la creada por Joumana Medlej y que ya va por la sexta entrega: Malaak, el ángel de la paz, atractiva superheroína de ajustado traje (y no es la única, vean a la egipcia Qahera, que lucha contra la misoginia y la islamofobia, o a la pakistaní Burka Avenger).
ESCAPAR DEL PODER
Además de en la elección de modelos de gestión (autofinanciación, ayudas europeas, iniciativas locales…), la libertad de estos artistas se traduce también, en detrimento del árabe clásico, en el uso mayoritario de dialectos, «la lengua de la calle», que utilizada en cultura se consideraba «sacrílego». «Es como se expresan en su día a día, les da frescura a la vez que se liberan de las ataduras de las estructuras culturales impuestas por los estados a los que son muy contestatarios». Ejemplo de esas reflexiones son el marroquí Salaheddine Basti con una historia sobre cómo nos controlan los poderes fácticos y los tunecinos Issam Smiri y Abir Guesmi, que en ‘Un tercio’ atrapan a un individuo en un oscuro e inquietante ‘pinball’, metáfora de cómo saltarse, o no, las reglas del juego en nuestras sociedades.
Los cómics pueden leerse además con una aplicación para Android y en la web, en castellano y catalán.
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