Amyad Rasmi, 13.02.15, SH

 

Yanubiya

Traducción: Husein al Hasani (Fundación Al Fanar)

Antes de que diera comienzo la ceremonia del entierro y el funeral del rey Abdalá, el nuevo monarca Salmán Ben Abdulaziz ya había promulgado varios decretos reales urgentes relativos al nombramiento del poderoso ministro del Interior, Mohammed Ben Nayef, como segundo en la línea sucesoria (después de Maqran Ben Abdulaziz), a la destitución de Jáled Tuwaiyri de la Jefatura del Gabinete Real y al nombramiento de Mohammed Ben Salmán Ben Abdulaziz (hijo del rey) como ministro de Defensa y jefe del Gabinete Real.

Durante sus primeros diez días de reinado, el nuevo monarca hizo los cambios internos más amplios de la historia del reino, un proceso que afectó a muchas instituciones públicas delicadas y de peso que dirigían príncipes y personalidades influentes, y que algunos consideraron una revuelta contra el golpe de Estado silencioso de Jáled al Tuwaiyri y su grupo así como de los hijos del difunto rey Abdalá que habían intentado dejar al rey Salmán fuera de la ecuación.

Estos cambios, que reflejan la prioridad de la situación interna de Arabia Saudí, tienen dos objetivos:

1.  Volver a potenciar el ala Al Sudairi de la familia real y anular los preparativos hechos por el difunto rey Abdalá para convertir a su hijo en el primer príncipe heredero de los nietos del rey Abdulaziz, fundador del reino de Arabia Saudí. Con los cambios introducidos por el rey Salmán, Mohammed Ben Nayef (del ala Al Sudairi) será el primer nieto del rey Abdulaziz con cargo de príncipe heredero ya que, según se rumorea, el príncipe Maqran no será por mucho tiempo príncipe heredero porque el actual monarca va a intentar cambiarlo.

2.  Anular los cambios internos que se hicieron al final del mandato del rey Abdalá, cuando se creía que Jáled al Tuwaiyri, jefe del Gabinete Real, secretario del rey y secretario general del Consejo de Lealtad era el hombre influyente del país. Al Tuwaiyri estaba de parte del ala de los hijos del rey Abdalá contra Salmán.

El rey Salmán y su círculo más cercano pertenecen a una corriente conservadora y Mohammed Ben Nayef, segundo en la línea de sucesión, es conocido por su dureza en la lucha contra el terrorismo y la eliminación de las células de Al Qaeda dentro y fuera del reino, lo que nos da una idea de cuál va a ser la orientación del nuevo gobierno a nivel nacional.

Indicios de cambio en la política exterior saudí y desafíos del reino

Arabia Saudí tiene varios desafíos externos entre los que destacamos:

– La creciente influencia de Irán en la región, sin precedentes en la historia moderna, y el control que ejercen sus milicias armadas en varios países árabes, el último de ellos Yemen, jardín trasero del reino saudí.

– La aparición de grupos extremistas armados como el EI y Al Qaeda y la ampliación de las zonas que controlan incluso en la frontera de Arabia Saudí.

– Las negociaciones estadounidenses-iraníes que parecen avanzar hacia un acuerdo que inclinaría la báscula regional a favor de Irán.

La política exterior saudí es una política tradicional que responde lentamente a los acontecimientos, pero todos esos desafíos obligan al reino a hacer cambios rápidos en su política exterior si quiere estar a la altura. Y eso lo saben bien los saudíes como demuestran los cambios internos que han hecho, que si bien han sido la respuesta a una ecuación saudí tradicional que exige que la prioridad sea siempre la situación interna, han tenido consecuencias en la política exterior como demuestran los siguientes datos:

– La destitución de Jáled al Tuwaiyri fue una de las primeras decisiones tomadas por el nuevo rey. Al Tuwaiyri es conocido por su hostilidad a los movimientos del islam político y es considerado el cerebro del golpe de Estado que tuvo lugar en Egipto y el principal apoyo del presidente Al Sisi, quien ha llevado a cabo una campaña sangrienta contra los Hermanos Musulmanes y todos sus opositores en Egipto.

– La destitución de Bandar Ben Sultán que fue durante mucho tiempo responsable de los expedientes de Siria y Yemen donde el reino hace frente a una situación muy difícil.

– La ausencia de Mohammed Bin Zayed o de alguien que acudiera en su nombre a dar el pésame por la muerte del rey Abdalá, y la ausencia de Al Sisi en las filas de los asistentes al funeral el primer día. Todos los indicios refuerzan la creencia de que hay un desacuerdo entre este eje y el rey Salmán.

– En un hecho sin precedentes, el Consejo Al Shura convocó al ministro de Exteriores, Saud al Faisal, para que hablase sobre los cambios acelerados que se están produciendo en los países más calientes de la región, y sobre las relaciones del reino con los Estados regionales y las potencias internacionales. Aunque Al Faisal manifestó que Arabia Saudí no tenía ningún problema con los Hermanos Musulmanes, sino con los que juran lealtad a su guía supremo, la decisión de convocarle se mantuvo, lo que aporta un ejemplo más del cambio de lenguaje que se está produciendo en Riad, al menos en lo que respecta a los Hermanos Musulmanes. También destacar que el Ministerio de Exteriores saudí va a sufrir cambios inminentes a varios niveles.

La relación con Al Sisi y los Hermanos Musulmanes

A pesar de que el rey Salmán ha guardado silencio ante los comentarios sobre un cambio en la política exterior saudí, concretamente hacia el régimen de Al Sisi y el tema de los Hermanos Musulmanes, periodistas y medios de comunicación egipcios afines al presidente atacaron al recién proclamado monarca saudí en varios programas de actualidad política desde el día en que fue entronizado, lo que confirma que la postura del nuevo rey hacia el presidente egipcio diferirá de la de su antecesor.

El canal Al Arabiya, cercano al reino saudí, suspendió la emisión de dos programas políticos que siempre habían apoyado al régimen de Al Sisi. Además se barajan datos sobre cambios inminentes en las Embajadas saudíes de El Cairo y Ankara, y sobre la posibilidad de que disminuya el volumen o cambie el tipo de ayudas ofrecidas a Al Sisi en la reunión de donantes de marzo.

Todos estos datos apuntan a un cambio en la postura saudí hacia el presidente egipcio. Con eso no queremos decir que el rey Salmán vaya a ser un aliado de los Hermanos Musulmanes, pero tampoco va a serlo de Al Sisi como el antiguo monarca. Y esto por sí solo es suficiente para provocar un cambio en la ecuación.

Lo que hace de este cambio una necesidad son las contradicciones de las políticas Exteriores de ambos países. La dura represión de la población civil egipcia y los asesinatos empujan hacia el recurso de las armas y crean un caldo de cultivo para el nacimiento y la proliferación del terrorismo. Además, considerar terroristas a los islamistas moderados provoca la aparición de grupos islamistas radicales y facilita la implicación de sus miembros en organizaciones terroristas como acto de venganza y todo esto choca con los intereses del reino y con sus orientaciones en la lucha contra la amenaza creciente del EI. A esto hay que añadir que la posición de Al Sisi hacia Al Asad es similar a la de Irán y Rusia y se contradice con la posición saudí favorable a su derrocamiento.

A pesar de que los insultos de Al Sisi a los Estados del Golfo y sus declaraciones sobre cómo saqueó las ayudas económicas que le ofrecieron (cerca de 40.000 millones de dólares) han sido filtrados, el rey Salmán hizo público un comunicado a raíz de una llamada del presidente egipcio en el que afirmaba que la posición del reino hacia Egipto y su estabilidad y seguridad no cambiaría. Pero las palabras del rey, ciertas y claras, se referían a Egipto y no a su presidente.

Toda esta teoría se refuerza con el hecho de que Al Sisi, para evitar la posibilidad de cualquier cambio radical en la posición de Arabia Saudí, estaría abriéndose al eje de Iraq e Irán, y reforzando sus relaciones con Emiratos Árabes Unidos e Israel, aunque también ha ofrecido sus servicios a Riad en el tema de la solución del caos en Yemen.

La relación con Turquía y Estados Unidos

Hay quienes consideran que el reino saudí debería revisar de inmediato sus relaciones con dos potencias regionales e internacionales, a saber, Turquía y Estados Unidos. Algunos representantes de la élite árabe como Yamal Jashogui, creen que Arabia Saudí debería apostar por una cooperación estratégica con Ankara y Washington que le ayude a enfrentarse a todos sus retos.

Otros, como el escritor de este artículo, propusieron hace tiempo la elaboración de una agenda regional unificada de Arabia Saudí, Qatar y Turquía ya que los tres Estados comparten casi por completo intereses y visiones sobre los peligros cada vez mayores de Siria, Iraq y Yemen, el avance de la hegemonía de Irán y sus milicias en la región y el EI. Y hoy tienen la oportunidad de hacerlo y varios son los datos que apuntan en esa dirección.

Las relaciones personales del rey Salmán con Erdogán son buenas. También lo son con Qatar, país al que viajó hace días el segundo en la línea sucesoria, Mohammed Ben Nayef, en su primera visita al extranjero. Los saudíes vieron con buenos ojos que Erdogán suspendiera su visita a África para viajar directamente a Riad a presentar sus condolencias por el fallecimiento del monarca Abdalá y también que las banderas turcas fueran izadas a media asta en señal de duelo. Como respuesta a este gesto, Turquía podría ser el destino del primer viaje al extranjero del rey Salmán si no se le adelanta Erdogán.

A diferencia de Jashogui, no creemos que apostar por Washington en este momento sea posible porque todas las políticas de Obama giran ahora en torno a un acuerdo con Irán y al desarrollo de relaciones con ese país. Obama ha demostrado estar preparado para enfrentarse a todos sus aliados tradicionales en Oriente Próximo (Israel, Turquía y Arabia Saudí) haciendo caso omiso a sus intereses y preocupaciones, por lograr un acuerdo con Irán. Por lo tanto sería absurdo acudir a Washington antes de cerrar el asunto egipcio y de la elaboración de una agenda unificada de esos tres Estados regionales para presionar a Washington, que no podrá ignorar el papel y el peso de Arabia Saudí, Qatar y Turquía si mantienen una postura unida.

No hay duda de que se ha empezado a producir un cambio en la política exterior saudí, pero lo importante es el volumen y la velocidad de ese cambio. Creemos que podría comenzar por Egipto, con presiones sobre Al Sisi o a través de una iniciativa del rey Salmán para arrancar un compromiso que permita cerrar el asunto egipcio. Qatar manifestó hace tiempo su disposición a mediar y los responsables turcos han dicho que responderán a cualquier iniciativa egipcia si se arreglan las cosas. Resuelto el expediente egipcio, Arabia Saudí, Turquía y Qatar podrían ocuparse mejor de los demás desafíos regionales con una agenda unificada, precisamente lo que algunos creen que el reino saudí tratará de hacer en la siguiente fa.

 

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