Rania Jáled
Raseef 22, 01/06/2017
«Al final nos hemos quedado fuera de la clasificación. Estemos de acuerdo o no con estas listas, creo que el resultado no satisface nuestras ambiciones».
Así se refirió el ministro de Educación egipcio, Tareq Chauqi, al sistema educativo nacional en una declaración reciente para señalar la deficiente situación de su país en ese ámbito. Esa deficiencia es producto de la decadencia de un sistema educativo que ha sacado a Egipto del Foro Económico Mundial (Davos) situándolo a la cola de una larga lista.
Las dificultades de la educación en Egipto
El sistema educativo en Egipto sufre un retraso tecnológico evidente y sigue apoyándose en los recursos tradicionales para la trasmisión del conocimiento.
La mayoría de quienes trabajan en la educación no están preparados para ello, y a eso se añade la masificación de las aulas (que impide que los alumnos puedan seguir la clase y concentrarse) y la falta de centros educativos en algunos municipios.
Según un estudio del Centro Nacional de Exámenes y Evaluación Educativa de Egipto, el nivel de los estudiantes en las asignaturas de Lengua Árabe, Matemáticas y Ciencias ha descendido considerablemente: «el porcentaje oscila entre el 74 y el 86% en primaria; el 78% de los alumnos de educación primaria no dominan la lectura ni la escritura hasta sexto curso». El informe fue publicado en 2013 en el periódico Bawabat al Sabah.
Los estudiantes de formación profesional también sufren la decadencia del sistema educativo y un buen número de esos alumnos finaliza sus estudios sin dominar la lectura y la escritura. A pesar de que esos centros se centran principalmente en los aspectos prácticos, no están dotados de materiales de ayuda, según constataron las visitas del equipo de Raseef22 a algunos de ellos.
La educación en Egipto y la Primavera Árabe
De una forma u otra, la Primavera Árabe y la falta de estabilidad del país han aceptado a la educación en Egipto, sobre todo a las zonas en las que aparecieron miembros de organizaciones extremistas (en el Norte del Sinaí, por ejemplo) donde las escuelas han sido destruidas y los alumnos trasladados.
El interés del Estado por la educación no ha mostrado ningún desarrollo evidente tras la revolución y el cambio de régimen a pesar de que el presupuesto en educación ascendió a 76.070.533.000 libras egipcias anuales en 2015/16, frente al presupuesto del año anterior (74.100.787.000 libras), una cifra elevada que no garantizó la mejora perseguida.
Un informe del Organismo Central para la Movilización Pública y las Estadísticas afirma que entre 2008 y 2016 el analfabetismo en Egipto llegó al 29% frente al 27,1% del resto de países árabes y al 16% mundial, según el periódico Al Yaum al Sabee.
El sistema educativo egipcio se basa en gran medida en la memorización y el dictado. El actual ministro de Educación, Tareq Chauqi, ha llegado incluso a hablar de la supresión de «la selectividad» que obliga a los alumnos a sacar notas altas para ingresar en las conocidas como carreras «cumbre». La Oficina de Coordinación egipcia distribuye a los alumnos en las distintas universidades según sus calificaciones en esas pruebas.
La situación de la educación en el mundo árabe
Otros países árabes también se enfrentan a problemas en la educación, como es el caso de Siria, debido a seis años consecutivos de guerra.
Según un informe de Unicef de 2014, cerca de tres millones de sirios no tienen acceso a la educación ni dentro de su país ni en los países de refugio. En 2016, más de 1,7 millones de niños sirios se quedaron sin escuelas y una de cada tres escuelas fue destruida.
Frente a estos casos están los sistemas educativos de Qatar y Emiratos Árabes es diferente. Qatar ocupó el cuarto puesto en el informe del Foro Económico Mundial (Davos) de 2015/16 y EAU el décimo puesto, mientras que Egipto ocupó el puesto 139 de un total de 140 países.
Líbano ocupó el 45 puesto; Bahrein, el 33; Jordania, el 45; y Arabia Saudí, el 54, en una lista formada por 140 países en la que se ha tenido en cuenta el indicador de calidad.
Según el periódico qatarí Al Watan, Qatar invierte un 3,2% de su PIB y un 12% del gasto gubernamental en la educación (aproximadamente seis mil millones de dólares anuales). El total de su inversión educativa alcanzará los 41 mil millones de dólares en 2025.
Arabia Saudí publicó los objetivos de su visión global para la educación de 2030 y estableció un plan para alcanzar el nivel esperado y suprimir la brecha entre la educación superior y la demanda del mercado laboral. Por ello quiere invertir en educación y dotar a sus alumnos del conocimiento y las habilidades necesarias.
Algunos países árabes representan modelos exitosos que han conseguido superar las dificultades, como es el caso de Dubai, que se situó en un puesto avanzado junto a otros 65 países cuya política educativa ha mejorado según el informe PISA.
Traducido del árabe por Eman Mhanna en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.
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