Entre el 30 de noviembre y el 3 de diciembre se celebró el taller  “Gestión pública del islam en España. Trabajar desde lo local” dirigido a personal de ayuntamientos con la finalidad de profundizar en conocimientos y mejorar las herramientas para trabajar por la inclusión de las personas musulmanas a nivel local desde la participación y los derechos humanos. Este taller forma parte de los talleres Gestión pública del islam en España celebrados entre noviembre y diciembre de 2020 en el marco del proyecto europeo Stop-Islamophobia.

Imagen del vídeo "El modelo Mechelen"
Imagen del vídeo «El modelo Mechelen»

El taller “Gestión pública del islam en España. Trabajar desde lo local” tuvo una parte asíncrona en la que se pudieron visualizar los siguientes vídeos informativos:

El modelo Mechelen, una ciudad belga inclusiva, en el que la fotógrafa estadounidense Nina Berman  (NOOR Images) nos presenta a los habitantes de la ciudad belga de Mechelen, con sus aciertos y contradicciones, pero sobre todo con sus reflexiones sobre cómo la diversidad puede sumar en la vida diaria.

Imagen del vídeo "Gestión de la diversidad musulmana desde lo local "
Imagen del vídeo «Gestión de la diversidad musulmana desde lo local «

Gestión de la diversidad musulmana desde lo local, video en el que Ibrahim Rifi (Fundación Al Fanar) recopila varios proyectos, presentados por sus propios promotores, en los que la interculturalidad es la apuesta en la gestión municipal, así como varias iniciativas basadas en la proximidad de las instituciones municipales a las comunidades musulmanas.

Deconstrucción del imaginario del islam en España, en el que Imad Boussif (Fundación Al Fanar/UMU) nos explica que el primer paso para combatir la islamofobia, como otros racismos, es reconocer el marco cognitivo en el que se han creado los estereotipos y las imágenes negativas que han construido el imaginario social sobre el islam en España.

Imagen del vídeo "Deconstrucción del imaginario del islam en España"
Imagen del vídeo «Deconstrucción del imaginario del islam en España»

El 3 diciembre tuvo lugar la fase final del tallerun encuentro online pensado como espacio de intercambio y reflexión sobre el material de la parte asíncrona del taller, en el que los asistentes pudieron intercambiar impresiones con las personas expertas invitadas a la sesión: Carlos Giménez, catedrático de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid y director científico del proyecto Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI), y Aida Guillén, directora de Derechos de Ciudadanía del Ayuntamiento de Barcelona.

En el taller se registraron 27 trabajadores de ayuntamientos y juntas municipales de diferentes comunidades autónomas (Euskadi, Comunidad Valenciana, Comunidad de Madrid, Catalunya, Región de Murcia) desde miembros de policías locales, hasta auxiliares administrativos, trabajadores sociales, mediadores sociales, concejales, técnicos de diversidad, de interculturalidad, de primera acogida, etcétera, que han valorado muy positivamente todas las sesiones en los cuestionarios de evaluación realizados al término del taller.

Carlos y Aida

Carlos Giménez explicó la filosofía del Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI), de la Fundación «la Caixa», un proyecto sociopolítico y ético basado en el respeto a la interculturalidad y en la interacción que cumple ahora diez años, y que defiende el “interculturalismo” desde el respeto activo que implica la defensa “activa y no pasiva” del opuesto ya que lo importante es la interacción y crear espacios improbables donde se trabaje ese respeto, ese intercambio.

Proyecto caixa

Giménez defiende la interculturalidad como un valor aprovechable. Y en este sentido, la diversidad religiosa a nivel local es importante por cuatro razones:

  • Representa un rico acerbo de valores positivos.
  • El diálogo interreligioso facilita la interlocución con las autoridades.
  • Los procesos comunitarios son una vía fundamental para acabar con los prejuicios.
  • El diálogo interreligioso puede ser una de las vías más útiles para resolver conflictos.

El proyecto ICI ha realizado 4 encuestas sobre la percepción de las personas migrantes que han arrojado datos esclarecedores sobre la islamofobia: la mitad de la población no musulmana afirma sentir recelo hacia los musulmanes, y el indicador de islamofobia restringido, es decir, el porcentaje de personas no musulmanas que sienten rechazo hacia la población musulmana, es elevado: en torno al 20-30% de los encuestados.

Al margen de cómo se manifiesta a nivel nacional o local, en la islamofobia tiene mucho peso el factor geo-político y cómo se ha organizado el mundo a partir de la caída de la Unión Soviética cuando el islam ha pasado a ser “el enemigo” de Occidente.

El punto común a todos los racismos es la exclusión, y la manifestación de la exclusión está en el odio. Y para combatir una forma de racismo concreta, como es el caso de la islamofobia, hay que tomar en consideración su “especificidad”.

En el proyecto ICI, el proceso de empoderamiento de la población musulmana pone el acento en la vecindad, en la pertenencia a la comunidad más inmediata. Se promueve la participación de los grupos que conforman el vecindario en procesos que incumben a todos los vecinos. Un ejemplo es el de la Cañada Real de Madrid donde, en las reivindicaciones para pedir que se reanude el suministro eléctrico, los vecinos han adoptado en primer lugar el rol de vecinos al que luego han ido sumando particularidades propias como la de ser musulmán, rumano, etcétera.

En estos contextos hay que desvincular la pertenencia local o nacional de las identidades más particulares. Hay que trabajar sobre la pertenencia común a una barriada, a un país. Los diferentes grupos que conforman un vecindario tienen que entender que sus creencias no pueden ser la base del sentimiento de arraigo local. Esta forma de entender la pertenencia local no excluye las pertenencias particulares, pero no las mantiene en el centro porque en el centro está la defensa común de lo público que es lo genera una confianza mutua entre los diferentes componentes de un vecindario.

Hay que intentar que los grupos de diálogo interreligioso se impliquen en un proceso participativo de crear comunidad con mención expresa de los derechos democráticos y porque lo público no lo defienden las religiones, sino la ciudadanía. El punto de partida debe ser el binomio crucial “democrático-no democrático” y la consolidación de la comunidad, y a partir de ahí ya se puede hablar de particularidades, de grupos interreligiosos.

Este ha de ser el punto de partida para solucionar conflictos intercomunitarios, en los que muchas veces entran en juego los intereses políticos de determinadas formaciones.

Hay numerosas experiencias exitosas en este sentido como la del Raval donde hay un grupo interreligioso muy activo cuya actuación es previa incluso al plan contra la islamofobia del Ayuntamiento de la ciudad. Otro ejemplo de éxito es la localidad de Salt, donde el 40% de los vecinos son extranjeros y en su mayoría magrebíes, que celebra anualmente con creciente éxito la Semana de las Religiones, o el del Polígono de Benquerencia, una zona marginal de cerca de 30.000 vecinos de Toledo que ha llevado a cabo jornadas de diversidad religiosa que también han dado muy buenos resultados. La Zona Nort de Barcelona, un barrio periférico y precario, cuenta un grupo de diálogo interreligioso que se ha convertido en un interlocutor muy importante de la barriada.

Esta forma trabajar, desde la defensa de lo público y lo común, evitará situaciones que pueden derivar en conflictos como, por ejemplo, la apertura de oratorios. Los ayuntamientos o administraciones locales deben crear protocolos de actuación para este tipo de situaciones y evitar que se transformen en conflictos intervecinales. En primer lugar hay que ofrecer una información previa y sensibilizadora al vecindario y luego hay que exigir que el nuevo espacio respete la normativa vigente.

Si hay una mala utilización del espacio público, o la norma es incumplida por una comunidad determinada, esta tiene que asumirlo. En la gestión de lo local hay que dejar fuera todo paternalismo y exigir un cumplimiento estricto de la ley a todos, sin excepciones, como vía también para ganarse a la opinión pública. El éxito en ocasiones dependerá de ajustar la normativa porque los vecindarios evolucionan,  y las normas deben evolucionar en paralelo a nuevas sociedades plurireligiosas y multiculturales.

En cuanto a otras vías para combatir la islamofobia, Giménez propone poner el énfasis en el pasado común para que el islam deje de ser visto como algo ajeno y extranjero y avanzar en un modelo español, que sea una aportación europea, sin necesidad de seguir un modelo francés, inglés, etcétera, apoyándonos en ese pasado común y en los derechos humanos y la ciudadanía como defensa común. En este sentido es crucial fomentar entre los jóvenes un sentimiento de orgullo de pertenencia a un lugar como España muy diverso a todos los niveles, de pertenencia a un espacio plurilingüe donde se respeta la diversidad que entronca con el patrimonio colectivo.

 

Proyecto caixaAida Guillén explicó el Plan Municipal contra la Islamofobia del Ayuntamiento de Barcelona, creado en el marco de una serie de políticas contra el racismo ya activas desde la creación de la Oficina por la No Discriminación en 1998. El plan se aprobó en febrero en 2017, y ese mismo año se produjeron los atentados de Barcelona; Guillén considera que gracias al trabajo realizado en el marco de ese plan la respuesta popular a los ataques fue correcta.

El plan se creó de manera intencionada desde las políticas de derechos, y no desde las políticas de  gestión de la diversidad y la interculturalidad, con el objetivo de que el respeto a la diversidad religiosa se trabaje como política de derechos y no como diversidad, porque claramente tiene que ver con una discriminación racial, integrada con las luchas antirracistas.

Uno de los principales logros de este plan es crear confianza entre las personas musulmanas y las administraciones locales, generar un sentimiento de pertenencia bidireccional, de pertenencia a la vecindad para contrarrestar el “sentimiento de no pertenencia” que los políticos locales han sembrado con sus discursos en ese sector poblacional. Esa confianza se ha creado a través de pequeños gestos como por ejemplo, incluir a vecinos de todas las comunidades en las comisiones de festejos.

El plan también da voz a casos de discriminación, además de denunciarlos y perseguirlos. En su marco se ha hecho, por ejemplo, un estudio de dificultad de acceso a la vivienda, que demuestra que las personas con nombres árabes tienen un 20% menos de posibilidades de que le respondan de un anuncio de una vivienda.

No obstante, pese a los esfuerzos realizados, la percepción que la comunidad tiene de las personas musulmanas sigue empeorando.

En cuanto a la “especificidad” de la islamofobia, Aida Guillén cree que está construida a partir de una historia de siglos que nos es explicada en las escuelas de determinada manera, pero también está construida sobre la percepción de los musulmanes que ha impuesto el terrorismo religioso y su cobertura mediática, y por ello es importante trabajar, por una parte, en la reconstrucción de un pasado, de los vestigios musulmanes de nuestras ciudades para que se deje de ver el islam como algo ajeno, y por otra parte en el acercamiento entre vecinos para combatir los prejuicios contra las personas musulmanas.

En cuanto a las situaciones vecinales que pueden derivar en conflictos, como por ejemplo, la apertura de nuevos oratorios, el Ayuntamiento de Barcelona tiene un protocolo de acción establecido pero Guillén cree que cada caso debe estudiarse de forma particular. La apertura de un centro de culto está regulada por una normativa que protege un derecho fundamental y si se cumple, el centro de culto debe abrirse por ley. Hay que evitar el momento de confrontación que exige un trabajo previo, de conocimiento, de preparar al vecindario, evitando siempre el nosotros-ellos, y apostando por el discurso de que son vecinos los que abren un oratorio, y no personas ajenas a nuestro entorno. También la comunidad musulmana tiene que abrirse a su comunidad vecinal para explicar sus necesidades y ofrecer la mayor transparencia posible para que los espacios de culto dejen de ser percibidos como espacios cerrados y excluyentes.

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