Taima Dehni e Ibrahim Rifi.
La película marroquí Headbang Lullaby del director Hicham Lasri, estrenada en el año 2017, es una comedia sobre la relación en Marruecos entre el poder y su población, la naturaleza histórica de esa relación cuyas raíces y consecuencias perduran hoy en día. Lasri retrata a sus personajes de manera crítica y un tanto irónica, que a veces puede parecer despiadada, pero que al mismo tiempo es poética. Unos personajes que discurren por un escenario semionírico, recreado desde una cuidada mirada estética donde el color y la composición de los planos juegan un papel crucial para envolver al espectador en esa atmósfera surrealista que se mantiene a lo largo del film.
La película se remonta al verano de 1986, un día después de que Marruecos hiciera historia en el Mundial de México como la primera selección africana en pasar la primera ronda y cinco años después de las “revueltas del pan”. El personaje principal de la película es Daud, un oficial de policía que sufre la paralización en su cara tras haber recibido un golpe en la cabeza durante las revueltas del pan en 1981. A Daud le asignan la misión de custodiar un puente a las afueras de Casablanca que separa dos aldeas, para garantizar la protección del supuesto camino por donde pasará el rey Hassan II. Allí conoce a una mujer y su hijo cuyo padre fue asesinado en las revueltas del pan con quienes establece una relación no está exenta de situaciones cómicas y dramáticas. A través de la película, vemos Marruecos desde los ojos de un policía que va descubriendo la imagen del régimen al que sirve a través de las reacciones de la gente.
La periodista y crítica de cine tunecina Shaimaa Al Obaydi, en una reseña para el portal digital de actualidad cultural en francés y árabe, Misk, destaca el nombre y el trabajo realizado por el cineasta Hicham Lasri durante los últimos años, que ha “conseguido marcar la diferencia a través de sus trabajos, tanto a nivel de mundo árabe como a nivel internacional” enmarcándolo en la nueva generación que cineastas marroquíes que lleva años entusiasmado al público tunecino. Para Al Obaydi la última película de Lasri, agudiza su línea de trabajo centrada en la crítica al Majzen, el entramado de poder que sostiene el régimen marroquí, de sus anteriores trabajos., pero haciéndolo de una forma divertida y cercana al absurdo.
El escritor y crítico de cine marroquí Muhammad Benaziz, en el portal de periodismo de investigación Mupresse, asegura que Hicham Lasri nos sorprende gratamente con un estilo cinematográfico ciertamente diferente al que nos tenía acostumbrados. Según Benaziz, lo que hace Lasri con la película Headbang lullaby es introducirnos en su propio mundo de experimentación estética, con una cámara que no deja de moverse en muchas direcciones, por lo que nos movemos voluntaria e inconscientemente con ella, arriba y abajo, al norte y al sur. Un movimiento que llega a hacernos sentir mareados y conmocionados.
La crítica de cine tunecina Shaima Al Obaydi añade: “La obra de Lasri no termina con los movimientos de cámara, sino también hace uso de los colores brillantes, que se manifiestan ante nosotros como si estuviéramos bajo la influencia de drogas duras, que nos hacen ver los colores mucho más intensos y contrastados. Ello, junto con la representación caricaturizada de los personajes, esconde un mensaje muy claro: nos encontramos ante un proceso de histeria colectiva de un pueblo que no ha superado las difíciles circunstancias que acaba de atravesar, un pueblo que vive bajo un régimen hipnótico, un pueblo que es incapaz de comprender su situación interna ni de gestionar sus emociones y sentimientos contradictorios de forma coordinada y concreta”.
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