Machd Kayyal (escritor palestino de Haifa)
Al Safir, 28/04/2016
(…)
Más de 200 palestinos han sido asesinados desde octubre de 2015, y una cuarta parte de ellos era menor de edad. Fueron asesinados por las balas israelíes y a esas muertes les siguieron terribles medidas represivas como la retirada de los permisos de reunificación de las familias de Jerusalén y su expulsión a Cisjordania (Israel ha anunciado que comenzará a expulsar a las familias de los mártires a Gaza), la detención de parientes de las víctimas o la demolición de casas su cierre echando cemento armado en el interior de las viviendas. Pero todas estas prácticas, pese a ser repugnantes y hostiles, son secundarias (…) en comparación con el secuestro de los cadáveres de los mártires y con el hecho de que se impida a sus familias despedirlos y enterrarlos de una forma digna y respetuosa.
(…). Desde el inicio de este último levantamiento palestino, Israel está poniendo en práctica una política sistemática, por decisión pública del gobierno y apoyada por un amplio sector de la población sionista, de retención de los cadáveres de los mártires, a veces durante dos semanas, tres meses, otras veces por periodos no determinados que pueden ser hasta de medio año o más (…).
Y cuando Israel decide devolver los cadáveres, la tragedia se agrava y los cuerpos son tratados como una carta ganadora de negociación. Israel impone duras condiciones por escrito que los familiares deben firmar además de desembolsar cantidades de dinero. Entre esas condiciones está, por ejemplo, la de no fijar un día para la devolución del cuerpo y solo se dice que se “procederá a la entrega en unos días”. En el caso de Moataz Awaisat (16 años), las autoridades tienen retenido su cadáver desde hace seis meses y lo que eran “unos días” se han convertido en una espera de más de dos meses para su familia. Otra de las condiciones de esos “acuerdos” escritos de la ocupación es que el cuerpo se entregue a altas horas de la noche, después de media noche, y en lugar que determinen los israelíes, normalmente a la entrada de un cementerio. Otra de las condiciones es que el cuerpo no puede ser recibido por más de cuatro familiares y en el entierro no pueden participar más de 20-30 persona que deben entrar y salir del lugar entierro sin formar grupos ni en marchas. El entierro no puede durar más de hora y media. Y normalmente los israelíes confiscan los móviles para que el acto no sea grabado.
Israel justifica la retención de los cadáveres y su devolución bajo condiciones brutales con el pretexto de impedir que se les haga un homenaje, de frenar la “incitación”, de evitar que los funerales se conviertan en un motivo para el enfrentamiento y para reavivar el fuego de la situación.
(…)
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Viñeta de Nayi Ali
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