Rosa Meneses
El Mundo, 03/12/2015
Las sociedades árabes están en plena transformación y el cómic es su viva imagen. Un reflejo de la ebullición de toda una generación de jóvenes sedientos de cambio que han encontrado en las viñetas y bocadillos la herramienta perfecta para expresar las inquietudes que asaltan el mundo en que viven. Pero todo motor de cambio tiene que luchar contra los que intentan frenar su avance y los creadores árabes se enfrentan a la censura y los tabúes sociales a través de sus dibujos.
Hoy se inaugura en Casa Árabe (Madrid) la exposición ‘Cálamos y viñetas. Cómic árabe en movimiento’, una iniciativa de la Fundación Al Fanar en colaboración con IEMed, cuya idea es «mostrar la diversidad del cómic actual árabe para adultos», explica a EL MUNDO su comisario, Pedro Rojo. La exhibición recoge obras producidas entre 2007 y 2015 para demostrar la eclosión del fenómeno en el mundo árabe, «una nueva ola que no tiene que ver con el estallido de las Revoluciones Árabes porque es anterior, pero que forma parte de ellas», señala Rojo.
La novela y las revistas gráficas se han convertido en todo un fenómeno social en los últimos años, con publicaciones como la libanesa ‘Samandal’, la egipcia ‘Tok-tok’, la tunecina ‘Lab619’ o la marroquí ‘Skefkef’. La historia del cómic árabe se enraiza con las revistas de tebeos de finales del siglo XIX, pero desde hace una década ha eclosionado gracias a Internet y la transformación política que vive la región. Dos son los epicentros de la escena del cómic árabe en la actualidad, Beirut y El Cairo, tradicionalmente, dos ciudades que siempre han estado en la vanguardia editorial del Mundo Árabe.
Con influencias que van desde el manga japonés hasta la escuela americana de los superhéroes de Marvel, el cómic árabe ha desarrollado sus propios estilos. Aunque es pronto para hablar de una escuela propia, el movimiento de creación gráfica abarca desde Marruecos hasta los países del Golfo. Lejos del ideal del panarabismo, los autores se expresan en dialecto para acceder a los que tienen más cerca. Sin embargo autores de distintos países se reúnen, visitan y retroalimentan y se sienten parte de una comunidad estrechamente colaborativa.
En femenino
El trazo maestro del cómic árabe es femenino. A diferencia de lo que ocurre en Occidente -donde hay un claro dominio masculino-, las mujeres son mayoría en la escena gráfica en Oriente Próximo, que se ha convertido para ellas en un espacio de igualdad de condiciones. Las temáticas, las autoras y las figuras que están detrás de proyectos importantes tienen nombre de mujer, lo que se asume con una naturalidad mucho más aceptada de lo que los mitos occidentales sobre el Mundo Árabe hacen pensar a muchos. Autoras como la libanesa Lena Merhej, la tunecina Noha Habaieb o la egipcia Hannan al Karargy están involucradas en todos los aspectos de la obra gráfica. «Ellas han estado ahí desde el principio y sus compañeros masculinos las entienden y respetan en igualdad de condiciones», subraya Rojo.
«Es verdad que en Líbano estamos luchando por los derechos básicos de la mujer a transmitir su nacionalidad a sus hijos y al desarrollo de leyes que dejen de considerar a las mujeres como menores bajo tutela de sus maridos o padres. Pero por otra parte, las mujeres desempeñamos un gran papel en la economía. Estamos preparadas para dibujar nuestras historias. ¡Sabemos lo que queremos y saldremos a buscarlo!», reclama contundente Lena Merhej, en conversación con este diario.
Los autores rompen con los temas tabúes de sus sociedades, como el sexo, pero también hablan sobre libertad, inmigración, trabajo, corrupción y política. «Los temas son muy personales y van de la simple fantasía hasta el sexo o la inmigración. Hay mucho sobre el individuo y su crecimiento personal. Existen revistas temáticas y novelas gráficas, que son algo más complicadas de catalogar. La variedad de temas depende del autor, de su proceso personal», describe el comisario de la exposición.
Contra la censura
Debido al auge que experimentan las novelas y las revistas gráficas en los países árabes, sus creadores están sufriendo la censura cada vez más en países como Egipto. «El cómic escapaba un poco a la censura porque era algo minoritario y dirigido a un público joven con una forma de distribución peculiar. Por tanto, el control era menos férreo», explica Rojo.
Pero en tiempos recientes, se acumulan los casos de censura al trabajo de los diseñadores gráficos. ‘Metro’ fue la primera novela árabe censurada nada más publicarse en 2007, porque hacía una crítica contundente a la corrupción del entonces presidente egipcio, Hosni Mubarak. Las autoridades encontraron en la inclusión de un desnudo la excusa perfecta para prohibirla.
Llamativo es el caso de ‘Samandal’, cuyos autores han sido condenados por «sacrilegio» a la religión cristiana, tras publicar en 2009 un número sobre insultos donde se incluían varios de ellos de temática cristiana. Y hace menos de un mes, los autores de la novela gráfica ‘Istajdem al haya’ (Instrucciones de uso para la vida) Ahmed Nayi y Ayman al Zorkani, además de Tareq al Taher, redactor jefe del prestigioso semanario literario ‘Ajbar al Adab’ -que publicó entregas de la novela- han sido imputados por publicar contenidos sexuales en Egipto.
Derechos conquistados
El retroceso en el capítulo de libertades que después de las primaveras árabes se experimenta en países como Egipto, no impide que los creadores sigan empeñados en ejercer los derechos que habían conquistado durante la revolución. «No buscan la provocación, sino temas que a ellos les apetece dibujar porque no se sienten como elementos aislados de la sociedad. Generar debate es parte de la labor artística», añade Rojo.
Claro ejemplo de ello es que la revista ‘Samandal’ prepara un número monográfico sobre sexo. «Siento que pese a los desafíos a los que nos enfrentamos con la falsa acusación de ‘Samandal’ de diseminación de ideas heréticas, nuestras historias son compartidas ampliamente y nuestra existencia como individuos con ideas y técnicas comunes se está visualizando y debatiendo», explica a EL MUNDO Lena Merhej, alma mater de ‘Samandal’.
Merhej se declara una ávida lectora de todo cómic que cae en sus manos, «de Marruecos, Egipto, Túnez, pero también de España o Francia» y por eso llama a todos los autores de estos cómics a «empujar los muros de la censura y a comenzar a debatir lo que realmente es importante para nuestras historias». «Por favor, ayudad a que ‘Samandal’ pueda continuar existiendo», pide.
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