El debate político que se mantiene en Israel en torno a los riesgos del boicot económico al Estado hebreo al no haberse logrado la paz en la zona ni solucionado la causa palestina está subiendo de tono. La cúpula de la economía israelí se prepara para advertir al presidente del gobierno, Benjamín Netanyahu, en el próximo foro de Davos, del efecto destructivo del desplome de las negociaciones políticas para la economía del país. Los temores actuales se centran esencialmente en el fenómeno del creciente boicot europeo a los productos israelíes y en la posibilidad de que ese fenómeno se extienda por todo el mundo. Otras voces como la de Naftali Bennet, ministro de Economía israelí y presidente del partido de ultraderecha Habayit Hayehudi, opinan lo contrario, es decir, que la solución del Estado palestino es lo que acabaría con la economía israelí.
El diario Yedioth Ahronoth publicaba el 20 de enero en portada una noticia según la cual el sector económico estaría pidiendo a Netanyahu un arreglo político urgente. Cerca de cien grandes empresarios acudirán a Davos dentro de una iniciativa apolítica, Breaking the Impasse (BTI), a la que pertenecen centenares de empresarios israelíes y palestinos que quieren dar un empuje al arreglo político a partir de la solución de los dos Estados como cuestión vital para la política y la economía de las dos partes. Estos empresarios reiterarán en Davos su demanda a Netanyahu a quien ya le trasmitieron la semana pasada el mensaje de que «si Israel quiere una economía estable, disfrutar de un mejor futuro y crecer, hay que llegar a un acuerdo (…) el mundo ha empezado a perder la paciencia y las amenazas con sancionar a Israel van a ir más. La llegada de Kerry a la zona es una oportunidad que debemos aprovechar». Los empresarios advierten principalmente del peligro del boicot europeo ahora un poco más amplio desde que el mayor fondo de inversión holandés decidiera dejar de invertir en Israel. Los más asustados son los bancos israelíes que financian proyectos coloniales en Cisjordania.
Según declara Sever Plotzker, comentarista económico de Yedioth Ahronoth, en un reciente artículo titulado «Es la economía, Netanyahu», los grandes empresarios han entendido que no pueden mantenerse al margen. Su postura se contradice con la teoría de Netanyahu según la cual Israel puede progresar aunque no haya paz con los palestinos ya que la economía y la política van por separado.
Bennet dirigió ayer un ardiente discurso a los empresarios asegurándoles que a Israel le perjudicaría un arreglo con los palestinos basado en los dos Estados, una idea que apoya en gráficos e informes, y pidió que se declarara la guerra a quienes atemorizan con el boicot para imponer la paz.
En cualquier caso, la amenaza del boicot a Israel se ha hecho tangible. El mes pasado una unión de 5.000 profesores estadounidenses manifestó su intención de boicotear al mundo académico israelí. Este ha sido uno de los muchos incidentes que se han producido recientemente y que suponen una amenaza para la economía y la ciencia en Israel. Decenas de empresas israelíes afectadas por el boicot se reunían recientemente para hablar de los contratos que han perdido y de las amenazas de retirada de inversiones extranjeras sobre todo en el caso de aquellas empresas que tienen vínculos con las colonias. Las empresas israelíes con sede en la zona industrial de la colonia de Ariel vienen notando el boicot desde hace cuatro o cinco años cuando solo boicoteaban los sectores pro-palestinos. Ahora que la Unión Europea ha adoptado resoluciones vinculantes, el boicot podría afectar no solo a las instalaciones ubicadas dentro de las colonias sino también a sectores israelíes vinculados a ellas. Los círculos empresariales israelíes están convencidos de que detrás de todo esto está el convencimiento internacional in crescendo de que las colonias son un obstáculo crucial para que la paz sea una realidad.
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