Mientras Líbano celebra su fiesta nacional en medio de una sublevación popular, la capital se transforma en un punto de convergencia de artistas de calle.
Un fresco en el exterior del Egg (un cine modernista en ruinas) representa a un manifestante enmascarado sobre un fondo de llamas. Algunos de los mayores incendios de los dos primeros días de manifestaciones prendieron directamente delante de ese edificio histórico.
La torre del reloj de la plaza Nechme de Beirut pintada por el artista Selim Mawad. Las leyendas del artista hacen un llamamiento a los libaneses a salir a la calle para crear un nuevo Estado de naturaleza civil.
El artista Selim Mawad hace una pausa para fumar un cigarrillo antes de seguir trabajando. Este artista, que ha trabajado en el ámbito de los derechos humanos y la reconciliación, ha calificado las últimas manifestaciones como una “sesión de terapia colectiva” para los ciudadanos libaneses.
Un fresco al lado de la plaza Road al Solh representa a un hombre con una mordaza adornada con un cedro libanés sobre la que se puede leer la palabra zaura (revolución). A la derecha, una conversación satírica de WhatsApp de importantes personalidades políticas discutiendo sobre el impuesto de WhatsApp que contribuyó al desencadenamiento de las manifestaciones.
Un artículo de Finbar Anderson, publicado en Middle East Eye, el 22/11/2019