Todo el mundo coincide en que el EIIL es un grupo terrorista llegado de todas partes para sembrar terror y destrucción donde se establece. El avance sobre el terreno en Iraq de elementos de EIIL y de quienes les apoyan no puede ser aislado de la opinión que dice que ese avance no se debe a su poder sino a un posible apoyo exterior o a una conspiración contra Iraq y su unidad. Pero la verdad que Maliki no quiere reconocer es que no ha logrado unificar un país desgarrado por las políticas sectarias y excluyentes, y que está ejecutando la agenda iraní de expansión por la región.
Los años de gobierno de Maliki fueron años flojos, sin opciones, en los que la división de un solo pueblo, y del propio poder, se hizo más profunda después de que fuera evidente ante todo el mundo que Maliki gobernaba por delegación siguiendo literalmente instrucciones de Teherán aunque sus políticas causaran la división y desintegración de Iraq. Tal vez el último error que ha cometido, cuando el peligro se acerca de la Zona Verde de Bagdad, haya sido la incitación flagrante, la reanimación de los instintos sectarios, la acusación contra sus vecinos, Arabia Saudí a la cabeza de ellos, de promocionar el terrorismo en Iraq y en la región (…)
Maliki en estos momentos no es aceptado ni por los suníes, ni por los kurdos ni a nivel regional. También es rechazado por muchos chiíes razonables y patriotas y por lo tanto solo cuenta con Irán, su «guardia revolucionaria» y quienes quieren hacer estallar la región haciendo prender el fuego del sectarismo. El terrorismo de grupos suníes es absolutamente rechazable y condenable, pero también son rechazables y condenables los «reinos de taifas». La retirada de Maliki es el comienzo de la verdadera acción para salvar al país porque él es la base del problema y no puede ser parte de su solución.
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