Al Quds al Arabi, 21/02/2018
Desde hace cinco años, los pueblos y localidades de Guta este, en las afueras de la capital siria, están sometidos a un cerco asfixiante impuesto por las fuerzas del régimen sirio y las milicias aliadas de ese régimen, que va acompañado de ataques regulares de artillería y misiles, y de bombardeos aéreos en los que se emplean barriles explosivos y gas cloro. Durante las últimas semanas el régimen ha intensificado sus ataques contra Duma, Ain Tarma, Mesraba y Arbin, atacando hospitales y centros de defensa civil, y ha impedido el acceso de ayuda humanitaria destinada a 400.000 civiles que están bajo el cerco, entre ellos 127 niños en peligro severo de muerte, como ha declarado en portavoz del secretario general de la ONU.
Todo esto sucede ante los ojos y los oídos de una comunidad internacional que no mueve un dedo para presionar al régimen, a sus aliados y defensores, en medio de una paradoja escandalosa ya que Guta este está dentro de las zonas de baja escalada acordadas en las conversaciones en Astana en 2017, que fueron patrocinadas por Rusia, Turquía e Irán. Y para colmo aparece el ministro de Exteriores ruso con una solución que añade todavía más humillación a la herida de la población cercada de Guta, con la que propone aplicar el modelo de operación de Alepo allí para sacar de la zona a los combatientes de Tahrir al Sham (Al Qaeda).
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Está claro que existe un acuerdo total entre el régimen sirio y Moscú y Teherán sobre la necesidad de imponer una solución militar, aunque su precio sea la vida de los civiles cercados de Guta, lo cual no parece fácil si las operaciones militares evolucionan hacia un enfrentamiento abierto con Yaish al Islam (muy preparado, armado y numeroso) que dejará más víctimas inocentes entre las filas de civiles.
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Viñeta de Emad Hayyach
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