Al Quds al Arabi, 08/05/2017
La victoria de Macron no acabará con el entusiasmo de la extrema derecha por gobernar Francia (con su verdadero espíritu: una democracia abierta al amplio tejido de su pueblo o un racismo que se prepara para una guerra civil soterrada, hostil a Europa y al mundo), porque tras las elecciones presidenciales vienen los comicios legislativos para elegir a los miembros del Parlamento que decidirán si funciona o fracasa la agenda del próximo presidente. La gran cantidad de votos que han acercado a Le Pen al sueño de la Presidencia de la extrema derecha, no van a desaparecer y harán acto de presencia en todas las elecciones venideras, imponiendo su voz a las instituciones de gobierno, a los poderes, a los órganos legislativos, combatiendo cualquiera de las reformas de las estructuras política y económica que el nuevo presidente pretende llevar a cabo.
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La misión que le ha sido asignada a Macron es inmensa; en primer lugar debe intentar sacar al país de ese bache continuo que se refleja en el decaimiento y el miedo del pueblo, en su búsqueda de refugio en las quimeras de desarraigo de la extrema derecha; en segundo lugar debe intentar que Europa recupere las riendas de la iniciativa frente a los ataques populistas de EE.UU. y Gran Bretaña y a la hostilidad rusa; en tercer lugar debe activar el papel de la Unión Europea para que contribuya a una solución a la causa palestina y a poner límites al totalitarismo árabe. Si Macron falla en su difícil misión, se convertirá en el caballo a cuyo lomo monte la extrema derecha (con Le Pen u otro candidato a la cabeza) para entrar en Eliseo la próxima vez.
Viñeta de Ali Mandalawi para Al Arabi al Yadid
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