Ahmed Nayi
Al Modon, 22/03/2020
El pasado que conocíamos ha terminado y no va a volver, y el futuro ya está tomando cuerpo. Igual que distinguimos entre el mundo anterior y posterior a la Segunda Guerra Mundial, la expansión de la epidemia del coronavirus provocará un brusco giro en el curso de la historia. No obstante, no sabemos si será un salto hacia adelante o una caída en el abismo.
El coronavirus nos ha traído de vuelta a los viejos tiempos y, al mismo tiempo, nos ha colocado en el corazón de los desafíos del futuro. Los viejos tiempos se remontan a antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando existían las pandemias letales y la humanidad intentaba lentamente entenderlas. Después de la Segunda Guerra Mundial, un nuevo mundo se levantó sobre dos pilares: el primero es lo que se conoce como la Declaración de los Derechos Humanos, una especie de constitución y una referencia ética para los actos de los individuos y las instituciones. El segundo es la supremacía mundial y absoluta de la ciencia como arma de la victoria, que produjo la bomba atómica y llevó al hombre a la Luna.
Durante más de medio siglo hemos vivido en ese mundo y sobre esos pilares, mientras Oriente y Occidente competían por la soberanía mundial. Al final, la victoria fue para el bando occidental, y el liberalismo extendió su hegemonía, y nosotros nos detuvimos en el desierto desnudo, bajo la ilusión de que estábamos a bordo del Titanic, disfrutando de nuestros derechos “fundamentales” y nuestra libertad “individual,” haciéndonos selfies y mirando nuestras imágenes editadas con decenas de filtros, como si nuestra existencia fuera real.
Traducido del árabe por Luis Serrano Lora en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.
Imagen de portada ‘AMOR QUE MATA’ de @i_ramo1.
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