El tercer congreso del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) fue el acontecimiento del pasado fin de semana para la élite política marroquí aunque no hubo sorpresas. Muchos preveían que Elías al Omari renunciaría a la cúpula del partido en el último momentos por la alta tensión entre el PAM y el PJD, y porque el líder de esta última formación, Abdelilá Benkirán atribuye todos los males del PAM a ese hijo del Rif (Al Omari) que supo meterse al partido del tractor en el bolsillo y hacerse con todas las bazas de esta formación que fundó Ali al Himma en 2008, antes de abandonarlo con los vientos de la “primavera marroquí” en 2011. Al Omari ha decidido saltar a la luz, abandonar su lugar en la sobra lo que acabará con los enigmas que han generado su persona y sus movimientos. Ese es el único avance que ha vivido el PAM en su tercer congreso: el fin de su doble cúpula, la salida de la verdadera dinamo del “tractor” a la luz del sol, aunque la ambigüedad seguirá rodeando a este partido en la escena política marroquí, así como al papel que desempeñará desde ahora hasta las elecciones de 2016.
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El PAM es un elemento de equilibrio en la arena política marroquí. El PAM es el freno necesario del PJD. El PAM es una extensión del Estado profundo en la arena política. El PAM es otro partido administrativo más, que tiene vínculos con el Estado como los demás partidos administrativos (…). Todas estas frases para definir al PAM han sido escuchadas, aunque no hay un investigador serio ni un político sincero que diga que el PAM es un partido natural nacido de la sociedad para representar intereses, tendencias o clases sociales. El PAM está ahí, se presenta a las elecciones y gestiona algunas regiones de Marruecos (…).
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