Al Arab, 07/04/2015

 

El pasado jueves 2 de abril se alcanzó el primer acuerdo general entre Irán y los países del 5+1, que representa el marco para el acuerdo final cuya firma se espera el próximo mes de junio si no surge ningún imprevisto. Ahora todas las partes andan promocionando los logros que han conseguido mediante el acuerdo, mientras que aquellos que lo ven con malos ojos muestran su temor hacia varios y lagunas del mismo. A nivel oficial árabe no se ha escuchado ninguna confirmación o explicación de cómo se alcanzó el acuerdo, en especial de aquellos países que supuestamente están más concernidos por él.

 

Todo lo que ha trascendido en los medios de comunicación han sido las declaraciones de algunos responsables árabes como las del rey Salmán Ben Abdulaziz quien dijo, durante una llamada telefónica que recibió del presidente Obama, que espera que se alcance un acuerdo vinculante y definitivo que refuerce la seguridad y estabilidad en la región y en el mundo.

 

Hay que tener en cuenta que lo que se ha anunciado no es un acuerdo definitivo y que se necesitan más detalles antes de su aprobación. Sin embargo, nos basaremos en una lectura general del texto que la Casa Blanca ha colgado en su página web bajo el título JCPOA. Según este texto, el acuerdo está limitado temporalmente y a un tema, es decir que es una medida coyuntural que se limita exclusivamente al programa nuclear de Irán. Lo que significan estos datos, independientemente de lo que diga el acuerdo, es que cuando finalice el tiempo estipulado, Irán será absuelto de las sanciones que se le impusieron. Significan también que este acuerdo no soluciona el problema real de los países de la región, que no es el programa nuclear iraní en sí, sino el comportamiento de Irán, su política sectaria y su apoyo a las milicias terroristas y a métodos poco convencionales para minar la seguridad y unidad de los países de la región.

 

El acuerdo publicado no habla de este punto crucial, lo que significa que se ha llegado a un acuerdo «entre bastidores» que permitirá a Irán expandirse por la región árabe a cambio de aceptar este acuerdo, o que la parte estadounidense apuesta por que el acuerdo mejorará con el tiempo el comportamiento de Irán o puede significar ambas cosas.

 

La verdad es que hay indicios de ambas posibilidades, ya sea por «las garantías concedidas por Obama a Irán en sus comunicaciones confidenciales, su no oposición al régimen de Al Asad, su apoyo al exgobierno de Nuri al Maliki, su cooperación con la Guardia Revolucionaria contra el EI y la vista gorda que ha hecho ante la expansión huzí y el apoyo a la misma en Yemen», o por las declaraciones oficiales de la parte estadounidense en las que se afirma que el acuerdo será el preámbulo de una nueva etapa y abrirá las puertas a la cooperación y la estabilidad en la región.

 

Los árabes no deben equivocarse en la lectura del acuerdo nuclear porque Irán no ha sido privado de energía nuclear, si no que habrá un respiro de diez años durante los que desarrollará enormemente su tradicional potencial económica y militar y realizará actividades nucleares civiles como de costumbre pero con ayuda occidental, y cuando hayan finalizado los 10 años se convertirá en una potencia nuclear conforme al acuerdo, y se reconocerá su programa nuclear con su gran volumen industrial.

 

Dado que el acuerdo fija un periodo de «irrupción nuclear iraní» de un año, es decir, el periodo en el que puede hacerse con la bomba atómica, Irán podrá, durante el periodo de este acuerdo y después (si lo desea el régimen), poseer cabezas nucleares en un año como máximo y en unos meses como mínimo. Este plazo no es suficiente para que Occidente tome medidas reales que impidan a Irán hacerse con la una bomba atómica, pero sí para desarrollar un sistema de contención nuclear que comienza teóricamente con la firma del acuerdo el próximo junio. Sin embargo, a la parte árabe, ese periodo de un año no les permite hacer absolutamente nada. El único aspecto positivo que la parte árabe ve en la firma del acuerdo es que la duración del mismo sea de 10 años.

 

Este periodo podría permitir a los países árabes unirse a Irán, algo muy difícil de cumplir, ya que países como Iraq y Siria necesitan décadas para volver a lo que eran y no para alcanzar el nivel de Irán, o como Egipto que lleva retrocediendo desde hace décadas, y que en los dos últimos años se ha hundido en un hoyo del que no puede salir.

 

En lo que respecta a los planes nucleares de los países del Golfo y otros países árabes, parece que no cuentan con suficiente personal cualificado cuya preparación requiere muchos años, y ni siquiera cuentan con las infraestructuras. EAU es el que está más cerca del objetivo ya que hace años empezó a construir centrales nucleares y se apunta a que podrían estar funcionando en dos o tres años, aunque se vio obligado a renunciar a su derecho a enriquecer uranio por la presión estadounidense a cambio de adquirir la tecnología y equipamiento requeridos. El reino de Arabia Saudí dispone de un ambicioso plan que podría dilatarse hasta 20 años. Jordania continúa proponiendo proyectos nucleares y trabajar con Rusia y Corea del Sur en los mismos.

 

Hay que colaborar con Irán desde el momento de la firma del acuerdo como un Estado nuclear que es y hacer cálculos en función de eso ya que cuando venza el acuerdo, Irán será previsiblemente una fuerza económica, militar y nuclear como Turquía, pero además con petróleo, gas y energía nuclear.

 

Estos países árabes junto a otros países que puedan estar concernidos por estas evoluciones, deben aspirar a conseguir lo que ha obtenido Irán gracias al acuerdo en relación al derecho de enriquecer uranio y a emplear energía nuclear con fines pacíficos, pero también deben desarrollar su potencial de misiles de ataque y reconsiderar de forma radical la naturaleza de sus relaciones regionales y nacionales. Mientras, Rusia, China y EE. UU. están alineados con Irán, los árabes no parecen poder contar con un jugador internacional de confianza debido a su debilidad y a su fracaso en la gestión eficiente e inteligente de sus relaciones regionales y nacionales.

 

Aunque este acuerdo se limita el expediente nuclear, los árabes no pueden prever que Irán no vaya a dar marcha atrás en sus ambiciones de expansión regional, y podrían retroceder en su política hostil durante el período en el que se tantea la ejecución de dicho acuerdo, pero solo de forma provisional. Como ya mencionamos en artículos anteriores, se debe tener en cuenta que el acuerdo nuclear con Irán puede influir de forma negativa en Turquía y Pakistán, lo que significa en la práctica que serían neutrales ante un conflicto con Teherán o que disminuirían las posibilidades de un choque con él si no se crea una red de intereses árabes fuertes con ellos que les empuje a una unión sólida para hacer frente a Irán. Además, también se debe tener en cuenta que la posición de Israel podría cambiar más delante, ya que no tiene una razón real para encontrase en la oposición, y sus opciones para hacer frente a la cuestión son muchísimas más que las opciones árabes.

 

Traducido por María Isabel Escribano dentro del programa de colaboración con la Universidad de Granada.

 

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