Ibrahim Rifi.
El pasado 2 de noviembre de 2021 falleció en la ciudad de Damasco el cantante sirio Sabah Fajri a sus 88 años. Considerado una de las figuras más importantes de la música árabe contemporánea, deja una huella única solo comparable a la de otros grandes artistas del siglo pasado como Umm Kulzum, Sayed Darwish, Mohammed Abdul Wahhab, Wadih al Safi o Fayruz.
El género de Fajri es el tarab, un género musical tradicional árabe que se traduce y utiliza para definir los efectos emocionales producidos por la música como “exaltación” o “encantamiento”. Sabah Fajri popularizó y revitalizó las formas y técnicas de la música árabe tradicional en decadencia como las muwashahat o moaxajas (una composición poética culta propia de Al Ándalus), o qudud halabiya (canciones tradicionales sirias basadas en la poesía de Al Ándalus y desarrolladas musicalmente en la ciudad Alepo), y a menudo encontró sus letras en las obras de los poetas árabes clásicos.
Galardonado con numerosos premios como la Orden del Mérito de Siria y elegido jefe de artistas y vicepresidente de la Unión de Artistas Árabes y director del Festival de la Canción Siria, tuvo una brillante carrera de 70 años durante la que fue considerado el embajador de la música folclórica siria.
Venerado en todo el mundo árabe, aunque también tuvo un público receptivo en Europa y América, Fajri ofrecía actuaciones que se prolongaban durante horas en la noche y a las que sólo interrumpía el adán o la llamada a la oración al amanecer. En 1968 actuó durante 10 horas sin descanso en un concierto en la capital de Venezuela, Caracas, lo que le valió una entrada en los récords mundiales Guinness.
Nacido como Sabah Abu Qaws en la ciudad siria de Alepo en 1933, Fajri obtuvo su nombre artístico cuando era adolescente y comenzó a actuar.
Sabah Fajri debía tener con veinte o treinta años en este video que recoge una de sus mayores puestas en escena. El video comienza con el estruendo de un salón lleno de elegantes hombres y mujeres jóvenes, encabezados por una fila de oficiales. Desde el estudio, un comentarista recita un discurso imponente: “Somos la revolución, somos la esperanza, somos el socialismo, somos la luz, somos la moral, somos el punto de partida, la liberación, el orgullo, somos los que derrotamos al colonialismo y sus agentes y sirvientes”. No hace falta pensar mucho para situarnos en la época de la República Árabe Unida (1958-1961), tiempo de la unidad entre Siria y Egipto. Momentos después, la introducción de la noche anuncia el nombre del cantante, un título que pasará a la historia «El gran cantante, el dueño de las qudud halabiya, Sabah Fajri».
En ese concierto Sabah Fajri presentó y popularizó una colección de moaxajas entre las que destacan «Yadaka al gaizu” (lluvias generosas), «Ya ghosn naqa» (rama de oro) o al-lu’lu al-mandud (las perlas surtidas) que hizo populares para siempre desde aquella noche.
En la diáspora siria y árabe, muchas casas y restaurantes árabes ponen canciones suyas de fondo como “Ya Mal el Sham” (Oh, Damasco) dedicada a Damasco o la canción más escuchada “Ebatli Gawab” (envíame una respuesta), sobre la cruel espera de un enamorado de la respuesta de su amada.
Entre los millones de personas que se emocionaron escuchándole, Fajri será siempre recordado por su espectacular voz, una inmejorable orquesta musical a sus espaldas, los aplausos fuertes y efervescentes, el clamor de su público durante sus largas puestas en escena y los gritos de emoción de aquellos a quienes siempre acompañó su voz desde la diáspora, pese a que nunca le vimos actuar en directo.
Ibrahim Rifi es periodista y politólogo y director de comunicación de la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe.
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