14039_caricature

Rai al Yaum, 13/03/2020

Abdelbari Atuán

 

Parece que la guerra verbal y mediática que están librando Egipto y Etiopía sobre la presa Al Nahda puede allanar el camino de forma acelerada a una progresiva escalada militar después del colapso de las negociaciones trilaterales en Washington. Addis Abeba se retiró de la última ronda de las conversaciones a finales del mes pasado, y Sudán se negó a unirse a Egipto en la firma del acuerdo resultante en los términos iniciales, lo que conmocionó al gobierno egipcio, tras una mayor conmoción vivida ante  la negativa sudanesa a apoyar la resolución del Consejo de Ministros de la Liga Árabe sobre la conservación del derecho histórico de Egipto y de Sudán sobre las aguas del Nilo, que exige a Etiopía el respeto del derecho internacional, y pedir  a su delegado que eliminara el nombre de Sudán  de dicha resolución.

 

Mientras que las autoridades egipcias están ocupadas en los desastres producidos por la expansión del coronavirus y las inundaciones y tormentas sin precedentes que han golpeado las ciudades del país recientemente, Etiopía ha efectuado una escalada militar en paralelo a una escalada mediática sin precedentes, y la mayor parte de los periódicos etíopes se hacen eco del lema “La tierra es nuestra tierra… Las aguas son nuestras aguas… No existe fuerza sobre la Tierra que pueda impedirnos construir la presa de Al Nahda y llenar sus tanques” en una provocación directa. El periódico semanal Capital decía: “puede parecer que Etiopía no tiene mucho peso militar en comparación con la aparente superioridad armamentística de El Cairo, apoyada por otros países extranjeros; pero Egipto, que posee la colosal presa de Asuán, vive en una casa de cristal.”

 

Pero más peligroso que eso es que esos periódicos, cercanos al gobierno etíope, insinuaron que “el régimen egipcio planea lanzar una guerra abierta y al descubierto contra Etiopía para destruir el 70 por ciento de lo construido de la presa Al Nahda.” Esta insinuación fue apoyada por el general Adam Muhammad, jefe del Estado Mayor del Ejército de Etiopía, durante su visita del pasado 13 de marzo a la presa, acompañado por un buen número de sus generales, donde amenazó diciendo que el ejército de su país “está preparado para resistir cualquier ataque militar que tenga como objetivo la presa Al Nahda, y que será respondido de la misma manera.” Los medios etíopes destacaron también otras declaraciones paralelas, como la del general de brigada Yilma Mudisa, comandante de las Fuerzas Aéreas etíopes, en las que decía que “los aviones etíopes están preparados para frustrar cualquier ataque aéreo contra la presa Al Nahda y sus instalaciones.”

 

Es significativo que el riesgo de un potencial enfrentamiento no se refleja solamente en las amenazas militares o la guerra mediática, sino también en activos movimientos diplomáticos que ambas partes realizan estos días para prepararse y explicar las posiciones de los dos países. Egipto ha enviado delegaciones a la mayoría de las capitales árabes y europeas, lideradas por su ministro de Exteriores, Sameh Shukry, y el jefe de los servicios de inteligencia, el general Abbás Kamel. El gobierno etíope hizo lo mismo enviando también delegados a las capitales de Estados africanos y europeos.

 

La presa de Al Nahda representa para Etiopía un proyecto económico de producción de electricidad que posteriormente vendería a sus vecinos africanos. Sin embargo, las aguas del Nilo Azul sobre las que se construiría esa presa son  a su vez una cuestión de vida o muerte para Egipto y sus cien millones de habitantes, ya que cualquier disminución de las participaciones en el Nilo de Egipto, que ascienden a 55,5 millones de metros cúbicos al año, supondría hacer pasar hambre a cinco millones de agricultores egipcios como mínimo.

 

El gobierno egipcio ha empezado la fase de preparación militar de un potencial ataque para destruir la presa, en caso de que Etiopía llene sus tanques con unos 74 millones de metros cúbicos de las aguas del Nilo Azul (cuyas aguas representan más del 80% del caudal del Nilo a partir del próximo mes de julio, y en un plazo de tres años y no de siete como exige Egipto. El presidente Abdelfattah Al Sisi celebró el pasado 9 de marzo una reunión a puerta cerrada con los líderes de las fuerzas terrestres, aéreas y marítimas egipcias, para discutir sus opciones.

 

Cualquiera de las opciones militares egipcias resultaría inefectiva debido a la estrecha cooperación de Sudán con Etiopía. No podemos descartar que los partidos sudaneses leales a Egipto respaldaran un intento de asesinato del doctor Abdulá Hamdok, primer ministro sudanés, como respuesta al apoyo de su gobierno a Etiopía en la crisis de la presa de Al Nahda y su mensaje de advertencia. Quizás esto explique la visita del general Abbás Kamel, con gran influencia en Sudán, y su inmediata condena de la operación horas después de su llegada a Jartum. Del mismo modo, el general Mohamed Hamdán Dagalo, vicepresidente primero del Consejo Soberano de Sudán, visitó por sorpresa El Cairo el pasado sábado para acotar las graves diferencias entre los dos países.

 

El estado de ánimo general en Egipto, tanto en su vertiente oficial como general, es de una atmósfera de guerra y movilización general, y cualquier seguidor de los medios egipcios, controlados por el Estado y sus aparatos, sale con esta impresión. Quizás estos medios estén enviando una crítica encubierta a los aliados más importantes de Egipto en el Golfo (Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos), acusándoles de estar involucrados en la financiación de la presa Al Nahda, y el no haber ejercido ninguna presión sobre Etiopía para responder a las demandas egipcias es una de las pruebas más destacadas a este respecto.

 

Algunos de los escritores egipcios de mayor renombre recordaron a los líderes saudíes, sin llamarlos por sus nombres, la postura del rey Faisal y su apoyo a Egipto y a Siria en la guerra de octubre de 1973 y el uso del arma del petróleo. Sin embargo, esta mención está cargada de muchos reproches, quizás incluso de ira.

 

La batalla de la presa Al Nahda, si se desata, será una batalla entre Egipto y el Estado de ocupación israelí, cuyos sistemas de defensa protegen la presa, y no únicamente contra Etiopía. Por ello, Egipto necesita el apoyo de todos los países árabes y también del eje de la resistencia; y esto explica la visita secreta del general Abbás Kamel a Siria y su reunión con el presidente Bashar Al Asad el pasado jueves 12 de marzo.

 

Los próximos tres meses serán decisivos para Egipto, tanto en la paz como en la guerra, y puede que vuelva a trazar el mapa de sus alianzas dentro del mundo árabe y en la esfera internacional, especialmente con los países del Golfo. Se encuentra ante una batalla decisiva en la que todas las posibilidades están abiertas, incluida la alianza con el eje de resistencia, el regreso al enfrentamiento con la alianza etíope-israelí, el retorno al amparo ruso o el desmantelamiento gradual de su relación con Estados Unidos, si éste no frena a su aliado etíope y salva las negociaciones trilaterales… Solo Dios lo sabe.

 

Viñeta de Abdalá para Al Masri al Yaum

 

Traducido del árabe por Luis Serrano Lora en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

Entradas recomendadas

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *