Rai al Yaum, 19/01/2020
Seamos sinceros, lejos de maniobras y de políticas de circunloquios, y digámoslo a las claras: los 12 Estados que se reunieron en Berlín el domingo son los que destruyeron Libia hace diez años, con una sola excepción que es Argelia; y lo hicieron o bien participando de facto en la operación de destrucción o bien guardando un silencio que es la mayor señal de satisfacción o connivencia, apoyándose en los empresarios locales y regionales. Y el pueblo libio, que fue y sigue siendo la última de sus preocupaciones, es su primera víctima.
Se reunieron en Berlín para repartirse el pastel libio, el petróleo, el gas, los proyectos de infraestructuras y para abordar bifurcaciones de menor importancia como el miedo a que Libia se convierta en un Estado fallido y en el punto de partida de cientos de miles de emigrantes en dirección a las costas europeas del Mediterráneo.
El presidente Erdogán ha avisado de que el colapso del gobierno de Sarrach, que controla menos del 20% del territorio libio y que goza del reconocimiento de las Naciones Unidas, provocará que el terrorismo se extienda, pero olvida que esas advertencias llegan diez años tarde. Libia ha sido y será un Estado fallido como lo ha sido a lo largo de los últimos diez años “gracias” a él y a muchos países que han participado o competido con él en un proyecto de control y repartición de intereses y amargos frutos, mandando grupos de mercenarios para combatir sobre el terreno, a la cabeza de los que se encuentran EAU, Rusia, Qatar, Turquía, Francia, Egipto, Sudán y Chad, todos ellos cómplices y socios de la destrucción de Libia.
Viñeta de Emad Hayyach para Al Arabi al Yadid
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