Al Mudun, 25/11/2019
Satea Nureddín
Desde el primer día de la revolución se calculó que Hezbolá, con ayuda del Movimiento Amal, no tardaría en recordar la experiencia del 7 de marzo de 2008 y en anunciar que lo que está sucediendo en las calles libanesas y en las plazas de las principales ciudades del país no es otra cosa que una ofensiva contra la resistencia y sus armas; y se pensó que no dudaría en tirar de la acción militar para cortar cualquier mano que se acerque a esas armas porque Hezbolá supo de inmediato que el latido de la calle libanesa es más fuerte de lo habitual, porque la movilización que se está viviendo en Iraq supera lo previsto, porque la inspiración iraní es la principal fuente de iluminación y de imitación.
No se ha discutido que la misión de reprimir la revolución, de hacerla fracasar y dispersar a quienes participan en ella recaería en Hezbolá, porque esa revolución va contra el partido al que considera socio principal en la toma de decisiones del poder ejecutivo, porque el Ejército y los aparatos de seguridad dependen de la financiación y del armamento occidental y se someten, por lo tanto, al control y a los cálculos de Occidente… y porque la idea de que Hezbolá entre en conflicto con la calle libanesa resulta atractiva para muchos dentro y fuera del país.
Viñeta de Hasán Bleibel para Al Mudun
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