Atlas Obscura, septiembre 2019
Jonathan Guyer
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Aunque el cómic alternativo es un fenómeno nuevo (Samadal se fundó en 2007) como una forma de expresión político, las viñetas han sido muy empleadas durante un siglo en Líbano y en Oriente Medio. Samandal es, en cierto sentido, una evolución de eso, “el escaparate de lo que está pasando”, dice el artista Joseph Kai.
Desde las revoluciones de la Primavera Árabe de 2011, la expansión del cómic underground se ha ido acelerando por la región, también en Argel, Amán, Bagdad, El Cairo, Casablanca o Túnez capital, haciendo uso de temas tan variados como la migración, la guerra, el amor, las adicciones o las redes sociales.
En 2019, cuando la promesa del 2011 esta rota, la guerra en Siria se recrudece y millones de personas se han convertido en refugiados, artistas de cómic como Kai están replanteándose su lugar. ¿Tienen la responsabilidad de abordar el conflicto y la crisis, de pelearse con la guerra a nivel local? Para aquellos artistas que están en Beirut, la cuestión es inevitable ante una pacífica ciudad que se ha convertido en un imperecedero núcleo de desplazamiento, desde el histórico refugio de palestino hasta las nuevas oleadas que llegan desde Siria y, cada vez más, desde otros países árabes.
Para algunos de estos artistas de cómic árabes y libaneses, estas crisis son urgentes e irreversibles. Pero crear y consumir artes gráficas puede ser un modo de escape, una declaración de nuevas prioridades que van más allá de la reputación global de Oriente Próximo como un lugar de guerras civiles, conflictos religiosos y terrorismo. “Hay quienes quieren poner su atención en otras cosas” dice Kai, “es otra manera de reclamar su vida, de poder existir”.
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