Jonathan Guyer
Publicado originalmente por Guernica
Al sarcástico Yaacob Sannu, un judío egipcio de raíces italianas, se le atribuye el haber ilustrado el primer cómic árabe para la revista egipcia satítica Abu Naddar (El de las gafas) que él mismo fundó en Egipto en 1877. Activista anticolonial, periodista y escritor de ficción, su visión irreverente del mundo y sus burlas del líder egipcio el Jedive Ismael le obligaron a exiliarse, con copias de su cómic aún disponibles en Egipto solo después de que llegaran de contrabando desde Francia.
Una tensión similar entre caricaturistas y las autoridades perdura hasta hoy en día en la región. De hecho, los caricaturistas de Oriente Próximo han sido castigados por manifestar audaces puntos de vista en sus ilustraciones. En Egipto, Palestina, Siria y Turquía, los cómics contra los poderosos han sido contestados con violencia. A lo largo de la región cada Estado posee leyes que restringen la libertad de expresión y los artistas bordean esos parámetros impuestos a capricho. Los caricaturistas nunca saben si ha ido demasiado lejos hasta que se enfrentan a una reacción violenta.
Los contraataques llegan desde las instituciones del Estado, los frentes pro-gubernamentales, los grupos de apoyo religiosos, las redes terroristas, entre otros. Gobiernos y extremistas (tanto seculares como religiosos) hacen un seguimiento de las redes sociales en busca de arte ofensivo. El pasado otoño, Daesh lanzó amenazas de muerte contra el artista de cómic kuwaití Naif al Mutawa, creador de Los 99, una popular serie que explora los noventa y nueve atributos de Dios en el Corán, cada uno a través de un singular super-héroe. Pero no solo Daesh ha amenazado a artistas. La blasfemia es un cargo legal que los caricaturistas árabes han evitado desde hace años.
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