¿Por dónde empezar?
La islamofobia es un problema de toda la sociedad, no solo de la población musulmana, por lo tanto hay que hacer un frente común contra ella en el que deben participar no solamente los no musulmanes sino también los musulmanes. Cada grupo debe participar desde la reivindicación de su identidad e idiosincrasia, desde la que dialogar con los otros.
El primer paso en la lucha contra la islamofobia debe ser trabajar a dos niveles, el de la educación entre los más jóvenes y el de la concienciación de aquellos sectores que tienen gran influencia como los medios de comunicación y el discurso político. Es también fundamental la concienciación del profesorado que va a ser quien guíe el proceso educativo.
La educación y concienciación son las bases para evitar futuros conflictos, pero la concienciación permitirá además, junto a la presión de toda la sociedad, crear leyes y establecer los protocolos de actuación judiciales y policiales necesarios cuando no se ha podido evitar la aparición de conflictos.
¿Por qué hay que empezar desde la educación?
Un modelo intercultural debe basarse en cuatro fases metodológicos:
1. Conocer
2. Empatizar
3. Respetar
4. Convivir
Cuando se empieza a conocer al otro, desaparece el miedo a lo desconocido. Cuando empezamos a conocer al otro, empezamos a sentir empatía hacia él al ponernos en su piel. Y en cuanto surge la empatía, aparece el respeto de forma automática y a partir del respeto es posible la convivencia en el marco de un modelo intercultural.
¿Dónde debe arrancar el proceso de conocimiento y de concienciación?
Hay que empezar trabajando por definir o aclarar (y cuestionar) el propio concepto de islamofobia (la islamofobia de género, la islamofobia social), y los conceptos de Estado laico (¿Qué tipo de Estado laico queremos?), normalización religiosa, identidad e interculturalidad.
También hay que luchar contra los estereotipos y malentendidos que afectan a la comunidad musulmana (la confusión entre lo árabe y lo musulmán, por ejemplo). Hay que fomentar la visibilidad de la comunidad musulmana, que no solo se la vea una comunidad que actúa vinculada a lo religioso, es decir, quitar el foco de ese aspecto, como por ejemplo, en las fiestas de la comunidad en las que se hace hincapié en el sentido religioso de las mismas cuando en otras comunidades no se hace lo mismo.
El trabajo de conocimiento y concienciación no debe hacerse solo entre la comunidad no musulmana sino también entre la comunidad musulmana para empoderarla, fomentar su identidad, ayudarla a hacerse visible, fomentar en ella el concepto de ciudadanía, la participación en espacios sociales (no solamente en la mezquita)
¿Qué pasa cuando este proceso falla y surge el conflicto?
Cuando el conflicto ya está en marcha hay que actuar a través de la justicia y para que ésta pueda actuar en consecuencia a los delitos de odio debe de promulgarse una ley efectiva contra esos delitos que solo se puede conseguir a través de la presión a nivel político. Una vez establecida una legislación adecuada, hay que presionar para que los protocolos de actuación funcionen.
Las denuncias de este tipo de delitos deben de tener el acompañamiento de la comunidad y de la sociedad civil en general y por eso hay que hacer una tarea de concienciación a partir del concepto arriba tratado de que la islamofobia es un problema de la sociedad y como tal debe ser tratado, como un problema que afecta a todos los elementos de esa sociedad.
La educación contra el extremismo violento
La educación contra el extremismo violento (CVE en sus siglas en inglés) como ha sido entendida hasta ahora ha fallado porque ha tendido a criminalizar y patologizar el “radicalismo” al que trata como una enfermedad que debe ser curada o como un crimen que debe ser juzgado. Este enfoque ha provocado una estigmatización de las comunidades musulmanas, ha dejado poco espacio para el diálogo y para entender el radicalismo desde la perspectiva de la integración, y ha evitado la geopolítica y la política internacional o problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad o la marginación.
Una aproximación alternativa a la aproximación tradicional de la educación contra el extremismo violento debe sentarse sobre las siguientes bases:
-Poner en marcha un diálogo más que un monólogo y trabajar sobre las causas del extremismo violento.
-Explorar el racismo y la islamofobia junto al extremismo islámico.
-Trabajar en estructuras y contenido de un sistema educativo a largo plazo (acceso, desigualdad, contenidos).
-Explorar y reconocer diferentes historias y culturas (en el curriculum de la enseñanza formal e informal).
-Promover un debate crítico sobre geopolítica y las políticas exteriores de los países occidentales.
Material elaborado a partir de las Jornadas de reflexión Kifkif en Barcelona
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