Ali Anuzla
Al Arabi al Yadid, 13/09/2016
El debate está encendido, como nunca antes en la historia de unas elecciones en Marruecos en las últimas dos décadas, incluso antes del inicio de la campaña electoral (…). Lo que ha calentado aún más el debate, y lo que le ha dado tal vez importancia, es el contexto interno y externo en el que se van a celebrar los comicios.
A nivel interno, estas son las segundas legislativas que se celebran en Marruecos desde la movilización popular o la versión marroquí de la Primavera Árabe que generó reformas limitadas; ahora ha llegado el momento de poner a prueba el efecto de esas reformas en el día a día del ciudadano marroquí que se movilizó entonces para pedir el fin de la corrupción y el totalitarismo, lema de los manifestantes en las calles del país.
También son las primeras legislativas que coronan el fin de un mandato gubernamental de cinco años dirigido, por primera vez en la historia del país, por un partido islamista, el PJD, que ya fue examinado por el pueblo el pasado mes de septiembre en las elecciones municipales en las que demostró que aún cuenta con una gran base popular que podría incluso haberse ampliado pese a llevar cuatro años gobernando y a haber tomado dudas medidas impopulares porque han limitado el poder adquisitivo de los ciudadanos.
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A nivel exterior, las elecciones marroquíes se celebran en un contexto de gran involución a nivel árabe tras el triunfo de las contrarrevoluciones en los países en los que se produjeron cambios en la Primavera Árabe.
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Pero la importancia de los próximos comicios no solo está en el contexto interno y en el externo, que han enmarcado el debate político en Marruecos a lo largo de los últimos cinco años; su importancia también reside en el contexto político interno general marcado por un aumento de la lucha política y una disminución del debate de los programas levantados sobre opciones políticas y sociales diferentes e incluso contrapuestas.
(…). En la polarización imaginaria (entre el PJD y el PAM) que algunos intentan imponer en la agenda de las próximas elecciones, está ausente el debate sobre las opciones políticas económicas y políticas que pueden sacar al país de sus crisis; también se echa en falta un debate verdadero sobre la esencia del poder y quien lo detenta, sobre la separación de poder, la separación de lo divino y lo humano, el estado de derecho y la justicia social.
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