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Después de confirmar que la cumbre árabe se celebraría el próximo mes de abril en Marrakech, Marruecos anunció de repente que no acogería esa cumbre por su “pleno convencimiento de la inutilidad”de ese encuentro. Lo más extraño es que esta negativa no ha sido analizada, sino vista como algo normal y Mauritania acogerá esa cumbre como si el problema solo tuviera que ver con el lugar en el que va a ser celebrada.

Salaheddín Mezuar, ministro de Exteriores de Marruecos, justificó la decisión de su país con unas declaraciones críticas con la situación árabe, afirmando que el sistema árabe ha perdido la capacidad de influir y de actuar y, “lamentablemente, todo se nos ha ido de las manos”y “todas las decisiones se toman fuera de la Liga Árabe, fuera del sistema árabe, en todos los ámbitos y a todos los niveles”. Esta afirmación convierte esa declaración marroquí oficial en una acusación dirigida contra “fuerzas ajenas al círculo árabe”. (…).  Para hacer aún más ambigua la decisión de Rabat, Mezuar se refirió a dos cuestiones árabes candentes. La primera es Siria y en este punto el titular de Exteriores marroquí negó que Marruecos vaya a participar en una intervención terrestre allí, ya que “el diálogo es preferible a las soluciones democráticas”. (…). Si las posturas de EE. UU. y Rusia no difieren de la de Marruecos en el tema sirio, la acusación de Rabat va dirigida entonces a un país árabe, no occidental, con el que difiere radicalmente en el asunto de Siria. ¿Habría entonces desavenencias árabes-árabes en el expediente sirio?

La segunda cuestión candente es el tema libio, sobre el que Mezuar ha manifestado que “Marruecos contribuirá con fuerza a la solución política para el pueblo libio”. Aquí la postura de Rabat también coincide con la de la ONU y Occidente, aunque también podría indicar que existen desacuerdos árabes sobre la “fuerte” contribución marroquí a la solución política libia. Hay al menos dos partes árabes que competirían con Marruecos (Egipto y Argelia) por una salida política en Libia y que podrían no ver con buenos ojos la actividad diplomática marroquí allí.

Aunque hemos indicado algunas de las causas que pueden haber contribuido a que partes árabes hayan hecho fracasar la celebración de la cumbre árabe en Marruecos, no podemos evitar ver las señales de presiones internacionales sobre Marruecos por otras razones que no tienen nada que ver con la cumbre árabe.

A nivel europeo, Marruecos decidía hace unos días romper “todos” los contactos con la Unión Europea en respuesta a la decisión judicial europea que estipula el cese de la importación de productos agrarios y pesqueros marroquíes a raíz de una denuncia hecha por el Polisario (…).

Marruecos, por razones diversas, colabora estrechamente con los aparatos de seguridad occidentales en el tema del terrorismo y los refugiados, y ha sido blanco de las duras críticas de organizaciones civiles y de derechos humanos. Las últimas críticas son las de un informe de Amnistía Internacional que denuncia el maltrato de detenidos, los juicios a periodistas y activistas, así como el cerco a la libertad de expresión, de reunión y de formación de asociaciones.

No podemos olvidar tampoco que Marruecos es ahora el único país dirigido por un gobierno islamista, lo que ya le generó tensiones con Egipto cuando Al Sisi llegó al poder, y con EAU a raíz del violento ataque verbal de vicedirector de la policía y de la seguridad de Dubai, al ejecutivo marroquí.

Todo esto indica que Marruecos está pagando el precio de la singularidad de su gobierno en un entorno árabe muy hostil y un entorno occidental modestamente hostil hacia los islamistas, y que al mismo tiempo está pagando el precio de su alianza securitaria con Occidente que protege a Europa de peligrosos ataques, aceptando decisiones duras contra su economía, presiones políticas árabes u occidentales, ataques a su monarca y a su gobierno y la subvaloración de sus opciones estratégicas.

Viñeta de Buali para la página electrónica Hespress

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