Al Arabi al Yadid, Ali Anuzla, 29/07/2015
El periodista marroquí Ali Lmrabet lleva un mes y medio en huelga de hambre indefinida frente a la sede del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra. Protesta por la negativa de las autoridades marroquíes a renovar sus papeles que le permitirían volver a publicar su semanario satírico Demain.
El caso de Lmrabet vuelve a poner sobre el tapete la cuestión de la libertad de expresión en Marruecos. Muchos analistas de fuera del país ven a Marruecos como una excepción en lo que se refiere a la libertad de expresión en el desierto del mundo árabe, sobre todo tras las movilizaciones populares que ha vivido el país gracias al viento de la Primavera Árabe. A raíz de ello Marruecos promulgó una constitución que está entre los textos legales más abiertos del mundo árabe. Pero este texto todavía no se ha trasladado a la realidad y especialmente en lo referente a la libertad de expresión y de opinión. Criticar a las autoridades sigue conllevando un peligro real, sigue siendo una línea roja que no se puede traspasar.
El caso de Ali Lmrabet ha puesto a prueba todos los esfuerzos de las autoridades marroquíes para construir un Estado de derecho ¿Qué le va a pasar al poder si hay un periódico crítico o periodistas, artistas, activistas o políticos independientes?
Ejemplos como este escenifican el Marruecos de las dos velocidades encontradas contrapuestas. Por una parte está el texto que tiene buena voluntad pero que permanece congelado, mera tinta sobre papel mojado. Luego está la dirección contraria que quieren llevar a Marruecos hacia atrás.
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