Kadem al Musawi (escritor iraquí)
Al Ajbar, 22/09/2016
Medios de comunicación británicos y varias organizaciones internacionales han reconocido el alto precio que está pagando el pueblo yemení en forma de destrucción, muerte, venganza y odio sangriento, por la guerra y la ofensiva que dirigen Arabia Saudí y su coalición.
El último crimen no fue el bombardeo de un hospital dirigido por Médicos Sin Fronteras en Abs, en la gobernación de Hayya, que obligó a esa organización a anunciar su retirada de seis hospitales que gestiona en Yemen. El bombardeo fue intencionado y pretendía sacar de allí a MSF, privar al pueblo de la ayuda médica que esta organización les ofrecía, y enviar un mensaje de amenaza a organizaciones similares.
Como consecuencia de esta larga cadena de crímenes han muerto centenares de niños y estudiantes, han sido destruidos colegios e institutos. ¿Cuál es el elevado precio que está pagando un pueblo pacífico que quiere vivir dignamente?
El primer concepto de lo que los yemeníes están pagando consta en informes de la ONU según los cuales, han fallecido más de 6.000 personas desde que comenzó este conflicto armado, de los cuales la mitad eran civiles y 1.000 de ellos niños (…). Según la organización Legal Center for Rights and Development estas son las cifras: 9.755 ciudadanos muertos, 17.256 heridos, y destruidos 15 aeropuertos y 12 puertos, 964 puentes y carreteras, 372.936 viviendas, 137 plantas eléctricas, 195 redes y depósitos de agua, 653 mezquitas, 654 colegios e institutos, 105 universidades, 254 hospitales y centros de salud… cifras y cifras todas ellas confirmadas y registradas. La máquina de la guerra no cesa y cada vez va a más. Las cifras por sí solas denuncian los crímenes y a los asesinos.
El Estado que protagoniza la ofensiva y sus mercenarios no reconocen estas cifras, que niegan y desmienten con impertinencia (…) pese a que estos números no son una cifra definitiva, solo un indicio de las posibilidades limitadas para hacer un recuento, un seguimiento. Desde hace más de año y medio el pueblo yemení está pagando ese elevado precio todos los días; la superioridad militar de Riad, su coalición y sus asesores, ha hecho posible el cerco del pueblo yemení por aire, mar y tierra, ha convertido el país en una gran cárcel colectiva (…).
Hoy se culpa a las “milicia huzíes” y a las “tropas de Saleh” y se guarda silencio ante los grupos del ejército nacional y los comités de resistencia que fueron trasladados a Yemen en avión, provistos de armas desarrolladas y destructivas, con el preámbulo de miles de bombardeos y del estrechamiento del asedio por tierra mar y aire, en una operación dirigida por Arabia Saudí en nombre de su coalición arabo-islámica (…).
Tras el pago de ese alto precio, la administración estadounidense intentó eludir las consecuencias y los informes internacionales que demuestran con cifras los crímenes de guerra y el exterminio, las violaciones flagrantes de los derechos humanos y democráticos oprimidos o directamente inexistentes en la península arábiga. Washington intentó en el encuentro de Yedda establecer una hoja de ruta para una solución pero reconoció oficialmente su participación efectiva en los crímenes de la ofensiva; de nada sirvieron ni su decisión de retirar a sus asesores allí (o algunos de ellos), ni los encuentros ni las presiones que ejerció sobre la coalición de la guerra y la ofensiva en la zona, si seguía suministrando armas y equipamiento en acuerdos de armas millonarios y escandalosos que dejan al descubierto las lágrimas de cocodrilo de EE. UU. y de Occidente en general.
(…)
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Viñeta de Yihad Aurtani
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